Nos gusta lo sublime. Somos, en nuestros mejores momentos, seres puros y aéreos que sienten escalofríos ante la percepción de lo bueno, lo justo, lo bello. Primates evolucionados para la polifonía, la perspectiva, la dramaturgia.
Todo eso está muy bien y nos ha llevado a ser una especie elegida, capaz de racionalizar nuestros bajos instintos y sembrar nuestro único planeta de un arsenal de armas megadestructivas capaz de aniquilarnos en segundos. Well done, joder. Viva el progreso.
Es por eso que una buena cura de humildad es la constatación gozosa de nuestra inherente estupidez. Somos los que nos reímos cuando alguien se cae al suelo. Ninguna utopía política sobrevive a ese hecho.
Hemos estado viendo "Sharknado 2. The second one" (ya el título promete). Es una chorrada monumental. Es grandiosa. Es cine de catástrofe irreal con personajes mal dibujados, un ambiente poco logrado y situaciones ridículas a cada paso. Es genial. Y con el ánimo de disfrutar sin tasa, hemos pasado dos horas contemplando el hilarante espectáculo del absurdo freak. Y la conciencia de que algo que te hace reirte y disfrutar..sea más elevado o no, siempre es agradable. No puedo esperar hasta la tercera, una supernova de tiburones malos que atacan aunque tengan que morir en tierra firme luego enfrentados a seres humanos que son castigados por una plaba bíblica acompañada de abundante ketchup.