Translate

martes, 5 de abril de 2016

Gabriel León Trilla y los meandros de la Historia

Sueño una novela sobre él, que se asemeje a un reportaje periodístico y explique un asunto tan turbio. Comunista de primera hora en la convulsa España de los años 20, encarcelado, expulsado del PCE y vuelto a admitir al principio de la guerra. Debió ser parte importante en el organigama soviético que fagocitó la causa de la República en pocos meses. Comisario político. Exiliado y recluso en dos campos de concentración del gobierno francés para los perdedores ( entonces, como ahora, los extraños, incluso compadecidos, eran principalmente amenazas. Supongo que siempre lo han sido). Fiel a las directrices del partido, reorganiza el Partido Comunista en el interior de España junto con Jesús Monzón.

Detengo la descripción aquí. No hemos sabido, porque nunca nos lo han contado, la situación de ese país después de la guerra. ¿Quien podrá imaginar algo así? Miseria, edificios destruidos, familias destruidas o divididas, gasógenos, frío, mugre, hambre, saña  con los perseguidos, totalitarismo químicamente puro. En ese nivel de asfixia aberrante, hay una grupúsculo mínimo de comunistas insertos en una nomenclatura no menos asfixiante que reciben tareas de "agitación y propaganda" (¿contra quien?, ¿contra Franco, que había rechazado un final anterior a la guerra para aniquilar cualquier pequeña disidencia?) Tras el fracaso de la invasión del Valle de Arán, el partido estalinista que era entonces el PCE actúa según su propio manual en estos casos: las calumnias en la prensa, primero, su recusación oficial, su purga.Monzón y él fueron depurados. Monzón no encontró ese bálsamo de pureza ideológica prescrito para él; estaba encarcelado. Trilla, mientras trataba de conjurar fantasmas de agitación imposibles en un marasmo ideológico y vital colectivo, fue apuñalado en la calle Abascal de Madrid por orden de su dirigencia (Santiago Carrillo y Dolores Ibarruri), y luego despojado de su ropa; querían hacerlo pasar por un asunto privado, una pelea con otro hombre que fuera su amante.Era 1945, cuando el desenlace de la guerra mundial y su fiera doma de enemigos reales o inventados obligó a moderar al régimen su furia represora. El otro lado del telón de acero estaba en la situación opuesta. Stalin era indiscutiblemente el hombre más poderoso del mundo, y cada purga fortalecía su posición en la cumbre como campeón de los oprimidos. ¿Supo del asesinato de Trilla? Resulta difícil pensar que no. Pero supongo que desde su fortaleza de puro acero, no perdió un segundo tras el placer de sentir su poder omnímodo desatado y vibrante.

La mentira de Franco ha sido en su mayor parte, desvelada (no suficientemente, para mí). Hemos oído muchas veces acerca de la Transición como algo espurio.  En mi pobre opinión, lo fue en muchos aspectos, principalmente porque no había muchas más alternativas que serlo. Pero fue consecuencia de una historia anterior sobre la que se ha modificado su sentido en un futuro más plácido.

Pero pido a Dios, o a las musas, o a mi fuerza de voluntad y ambición, poder aprender, comprender y escribir sobre Trilla y su grupo, sus compañeros, sus asesinos, esos años de plomo tras la guerra. Y escribir sobre mí, nosotros, nuestra generación absorta en sí misma, frágil y lastimada. Para mí, no solo es la guerra, el choque violento de las ideologías, la modificación del pasado por el futuro desde el poder. Para mí es esa pus debajo de la convivencia y nuestros antepasados, esa vergüenza invencible, saber porque hemos sido educados como ciudadanos piadosamente en tantas mentiras.





PD, Los hijos perdidos de Trilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario