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jueves, 13 de diciembre de 2018

13/12/18. Anubis




La laguna es umbría, y acarrea silente
Las ondas de los remos plácidos
Pero el vaho en su fluir sabio asciende
El eco antiguo de los dioses airados


Son la voz de su aliento seco, ayer arrebatado
Al desierto voraz y persistente,
Hoy un coloso de rocas enterrado
Que alecciona al fatuo en su presente.

El campesino arranca su cosecha
Al vértigo de la tierra incierta y suda
Y cuando el sol descansa espera la respuesta
En los altos templos y las estatuas mudas

Luchan algunos por fijar su afán
Tal si la nube pudiera aspirar ser piedra
Donde inscribir con buriles de metal
Palabras que el mañana esculpa eternas.

Anubis calla. Desde la pesada frontera
Donde una balanza ilumina el rincón
Sabe que algún día pesará tu corazón
Y hará crecer los ojos de la tierra.

Danos fuerza, señor de la montaña,
Haz de tu bendición el sol de nuestro hielo
Esparce y purifica las entrañas
Ayúdanos a andar, que estamos ciegos.

Phokas murió hace años. Sus hijos lo llevaron
Por la sala de columnas de plata hacia la fría
Fuente en que el rumor del día es un descanso
Y de la que nace fresca el agua de la vida.

El Nilo siempre vuelve. Sus recodos
Oráculos son, donde urden los dioses
Los planes del destino para todos
En una red de gestos y de voces.

Allá donde el sol cierra los ojos
El misterio nos llama sin retorno
Y las cadenas del tiempo se conocen…

Y Anubis en silencio transmuta cada enojo.




domingo, 2 de diciembre de 2018

Domingo 2 de diciembre. Domingo triste.



Porque hace ahora más frío en esta ciudad ciega
Y la oscuridad taimada repta bajo los portones
Los cables sucios se agotan de noticias viejas
Y sin remordimiento se exilian los gorriones.

Porque en medio del camino alzamos desatados
Los brazos en busca de un abrazo que abrase.
Porque la primera hora de todas nuestras vidas
Ya sabe como será cuando el destino nos alcance.

Porque las portadas amanecen airadas
Y silba en la galerna un lamento sin nombre,
Mientras emboscado entre las nubes negras
Y cortinas de lluvia, el cielo azul se esconde.

Porque los mares de piedad yacen cautivos
Y congelados en los ojos cárdenos del odio
Y en los bosques futuros la bruma avisa el día
Tras el que no habrá nada que quede de nosotros.

Porque hay siempre alguien que muere deshojado
Antes de que el Señor del tiempo reclame su cosecha
Y los demás bailamos entre el trigal  los ritos
De la comedia humana, desventurada y bella.

Porque mi calavera no tendrá cicatrices
Pienso y bebo estos versos que lanzo hoy al olvido
Y cuando el rayo hiera y el desierto ilumine
Sabréis que estuve aquí, sabréis que ahora estoy vivo.