10 horas en una oficina tienen cierta similitud con una lluvia lenta y pesada, que empieza imperceptible y acaba calando. Quizá la similitud fuera más original de no haber alternado la mayoría del tiempo entre una pantalla y una ventana poco apacible que mostraba la lluvia maltratada por el viento. Después, nos animamos a tomar una cerveza y relajarnos hablando de las vidas cruzadas, el injusto trato del mérito, las dificultades que para todos alguien puso en nuestro camino y la justicia o su falta. Kierkegaard dijo que la fé es el coraje de sostener una duda. Sin embargo, uno piensa que Dios existe (en el sentido en el que centra la vida de tantas personas) también como una súplica de reparación, una protesta angustiosa ante el desorden radical del mundo, en el que siempre parece vencer lo incorrecto.Y cuando pasan las cosas hermosas, muchas veces nos pareciera una mentira o una burla.
Hemos acabado la cerveza y cada mochuelo regresó a su olivo. En fin, quien vio un día desde el alba al ocaso, los vio todos, creo haber leído en las Meditaciones. El día no ha llegado a su ocaso, pero se va oscureciendo y la lluvia marca los minutos con su ritmo sombrío. Que cada hora traiga su propio afán. A veces, muchas, la complejidad es un artificio que aleja del orden natural de las cosas, el paseo, la tierra, el cultivo, la voz, la artesanía. Sin olvidar que saber que se proyecta, o proyectaba, una inversión de 600.000 € para un "Centro de interpretación de las caras de Bélmez" justifica por sí solo la invención de internet. Y una plaga divina.
Dundalk se va apagando lentamente, como un animal que vuelve a su pequeño refugio y se ovilla para ganar su descanso.
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