- E: No supimos que seríamos los primeros hasta aquella misma mañana y nos asustamos mucho...
- Z: Por la presión mediática...
- C. No sólo por eso. No sabíamos cómo iba a responder la gente. Date cuenta que somos una generación que nos han dado de palos por ser lo que somos...
De vez en cuando, me gusta revisar los periódicos españoles. No suele ser grato. Un bucle de noticias recicladas, comentarios sobre comentarios a raíz de apreciaciones sobre los comentarios a alguna declaración banal. Polémicas ruidosas. Gracias soeces. El paisaje y el paisanaje moral de un lugar encerrado en sí mismo, con mucha envoltura externa y con el convencimiento de una serie de verdades impuestas que distan de ser ciertas: nuestra excepcionalidad para lo bueno y lo malo. La culpa de los otros. La atención que despertamos en el mundo.Por eso, es bueno reseñar las veces en las que uno puede sentir cierto orgullo por vivir en un país decente. El reportaje sobre el matrimonio gay y su implantación en una sociedad abierta y más tolerante de lo que los medios nos muestran con fruición. La reivindicación de quien lo llevó a cabo, incluso si uno es crítico con su labor general. Yo lo soy. ZP demostró ser, la mayor parte de las veces, banal y vacuo, instalado en una retórica maniquea, y sobre todo un político que creía que el mundo real responde a las buenas intenciones siempre. La falta de realismo político es un gran defecto, en mi opinión.
Sin embargo uno vale (o debería valer) por lo que es capaz de hacer en sus mejores momentos, y Zapatero contribuyó a hacer una sociedad más decente o, en otras palabras, una en la que la experiencia de la dominación injusta y por consiguiente, frustración y humillación radicales de las instituciones a los ciudadanos fuera un poco menos común.
Gracias por ello. Y enhorabuena a todos los que desde entonces han podido ser lo que son.
No hay comentarios:
Publicar un comentario