con que la vida pródiga nos ofrece claveles
cuando el silencio pasa y lucen los laureles
sobre el dintel de la memoria alto, serenos.
Es grato ver volar las nubes y saber sin drama
mientras los dedos rosados colorean su estela
que no somos menos vanos que las sombras que pasan
y sin embargo en el marfil del día podemos dejar huella
Y así las plantas crecen y las calles se agitan
cuando el cemento inunda el confín de la vista
y el río fluye aparte, desde donde siempre espera.
Es nuestro espejo. El reflejo de un paso
cuidadoso o veloz, medroso o descuidado
en cuya orilla sabia las flores del hoy tiemblan.
(foto de Ying Feng Johansson)
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