Las ventanas al verano son las que nosotros deseamos.
Canta Bob Dylan que siente que este mundo es una prisión; algunos somos reclusos, otros somos guardias. Me acuerdo de la idea del panóptico de Michel Foucault (basada en el diseño utópico anterior) , esa estructura desde donde arriba todo es visible. No hay escondite para el necio ni para el sabio y cuanto sucede bajo el sol es registrado, filmado o escrito por alguien. Quien está allá arriba, no lo sé, quizá un simple trono vacío y una capa de armiño deslizada en él. Pero creo que me convierto en guarda de mi mismo, y renuncio a la fortaleza de la soledad por un túnel en el que de cuando en cuando hay pasillos transparentes. Enclaustrados en celdas de yo y ansiedad (alguna vez fue diferente?) vemos las escaleras hacia otros lugares, pero ascender por ellas solo te muestra que detrás de los muros hay otros más grandes. Esa ansiedad por ascender, ese desprecio por uno mismo cuando al aire no es aún tan puro, ese jadeo inasequible a la duda, mellan la armadura. Está construída de pretensión, engaño y deseo voraz. Alivia los golpes y trata inútilmente de ocultar el rostro verdadero a los guardianes, pero no deja caminar libre. Magullado por todas mis imperfecciones, aprieto los dientes y trato de ser enemigo de la guerra y la medalla, aunque sé que hay guerras que hay que librar y medallas merecidas. El fruto de la pelea contra todos, contra uno mismo, contra la mirada ubicua del panóptico y contra el temblor efímero de la belleza es una ansiedad recurrente y venenosa. Nos inyectamos autoayuda, filosofías del tocador, flores del mal. Auden escribió que en la prisión de los días, el libre debería aprender a alabar. No parece mala receta. Tender la mano y envainar la daga. Ser capaz de mirar hacia afuera con la comprensión y la compasión con que nos miramos y saber perdonarlo todo.
Dundalk es una celda escasa, llena de luz hoy. Voy a subir a los muros de la fortaleza y mirar como alguien hizo antes, el desierto de los tártaros. Habrá una ría, unas montañas verdes, nubes de paso y un azul pálido. Detrás estarán los muros, ya lo sé. Pero hoy voy a vivir como si no me importara.
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