Volver a la tierra
La de los pinos soleados
Que no hablan el lenguaje de la amargura.
La del arroyo exiguo y las caléndulas,
La de la luz mortífera.
Volver y seguir entre bosques de encinas,
Por entre rastrojos, con el resplandor del mediodía
Y con la piel calmada, allá en la tierra seca
Pedregosa y cruel, de dones austeros
Donde el silencio crepita en la cúpula azul,
Donde entregaría mi vida.
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