Has visto el estuario
incendiado del atardecer, has bailado
melodiosas figuras al
ritmo hipócrita
de la luna menguante,
has recogido
las suaves prendas del
dulce frutal, has observado
las prescripciones de
la Ley, has sido un corazón salvaje. Has herido y te han
herido, has vuelto de
la duermevela y sido otro, has besado
el pálpito latiente
del cuchillo.
Has buscado en las
letras secretas de tu nombre una clave, y has perdido
el tiempo intentando
contentar a tus enemigos, has sangrado
la furia perezosa de
los jueves, te ha angustiado el brillo de la ciudad nocturna.
Has agonizado de
lujuria, bebiste la cerveza de la pérdida, apostaste la pobre moneda del
porvenir en el sangrante yo,
has consumido el
abanico de la suerte, y has caído
en las alas dulces de
la inconsciencia.
Cuando me pare a
contemplar las huellas
de tu recuerdo ansiado
y sus espinas
rodeando la flor,
tendrán semillas
de un frío atardecer
dorado
Has injuriado a las
estrellas, has citado tu poema favorito en la boca
del abismo, te
urdieron la luz del alma desde su mismo centro,
amaste sin esperanza,
bebiste
el cáliz de la
decadencia, abrazaste el ridículo. Has sido leal,
abyecto, osado y
vulnerable. Besaste la boca abierta del crepúsculo. Has caído vencido ante un
enigma.
Cantaste al viñedo de
la melancolía, has danzado
obscenamente contra el
mármol, arrojaste tus naves ardiendo contra la tristeza
de la repetición de
los días
leíste en el hielo la
historia de tu linaje.
Has sido el señor de
tu vida, has detenido la soberbia de las olas.
En un segundo llegaste
a ver tu vida, y
has pensado en dejarla
tirada como un paño viejo,
Te volviste contra tu
cerebro y tu corazón, y a esa confusión de ser distinto en ti
la llamaste alma.
Has anhelado viajar
por las estrellas y beber el néctar
de la medianoche.
Desafiaste inútilmente al tiempo.
Delicado y terrible,
desciendes ahora
esa escalera
invisible, oyes el sutil gozne
que desde la primera
sombra y el primer latido
conecta la eternidad
hasta tu nombre.
Ahora ya es tuyo: Un
laberinto de causas
Que no satisfacen las
raíces de tu sed amarga.
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