Has salido a la lluvia, como cualquier día saldremos a abrazar lo que nos dañará.Dejas tras de ti humo y el sabor acre de la madera envejecida. Sigues el camino de la ría, y la barandilla perlada de lluvia fina te recuerda las luces que en otro tiempo iluminaban el barrio. Los gatos se cruzan, sosteniendo la mirada al extraño. Los fantasmas forman estatuas con las nubes. ¿No hace una noche preciosa para explosionar? Sabes que en la sombra hay otro, y su sangre es perseguir tu sangre, y agriar tu mente. Cansado de las cosas. Heraldo de lo caído. No te consuela lo correcto; a nadie importa. Y así fatigarás los días.
Frank Grimes, el hombre decente. El héroe cansado. Frank Grimes, que desciende en su ataúd mientras todos ríen.
Dundalk es ajeno a estos caminos, pero muestra las estrellas, y ellas se mueven traviesas en las ondulaciones de los charcos cuando los solitarios pasan.
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jueves, 29 de septiembre de 2016
viernes, 23 de septiembre de 2016
Del "Diario de un misántropo de Pier Delveut. 23 de septiembre de 2016
Una élite intelectual y moral, el senado de la inteligencia, otorgó al hombre, cual prometeo hecho de su carne, los frutos de su titánico esfuerzo y su privilegiado intelecto. ¿Y qué ha hecho la masa con ellos? Aprender el apetito de la destrucción,que traen los proyectiles que surcan el aire, y embrutecerse con las manifestaciones del ego, que aplasta toda ironía y sentido de devoción a una causa por la que entregar todo aliento. No es este mundo del que un día habría de surgir, y no lo hará, una comunión de hombres libres, sino una colmena de numerosos miembros, cual órganos contingentes, una sola mente dirigida a los caprichos físicos insatisfechos y al ocio que permita y estimule el poder para sus fastos muníficos, sin su corazón que haya aprendido a alabar.
martes, 20 de septiembre de 2016
Leer. 19/09/16
Supongo que todo empezó antes, pero para mí, todo comenzó con Julio Verne. Recibía sus libros con devoción y convertía mi habitación en un camarote del Nautilus o en una playa donde tener dos años de vacaciones.Y cuando el rito cesaba, sabía que después mi habitación se materializaba de nuevo, pero había un mundo mágico que descubrir. Después, la lista se amplió, siguiendo modas, ídolos, diferentes asuntos de interés. De Camus a Borges y Tolstoi, de la montaña mágica al gatopardo. No comparto la recomendación de leer por sus supuestos beneficios ajenos al sagrado y único deber de disfrutar haciéndolo,
Por eso leo, como por eso hago deporte o veo dibujos animados. Porque las casas se alejan y queremos oponer a la marcha de los meses nuevos pilares que sostengan nuestros santuarios. Porque el niño es el padre del hombre. Porque echo de menos mi familia, mi cuarto, mi vida antes de que supiera como es. Por eso abro un libro que me apetece leer con reverencia y alegría, para olvidarme de todo lo demás, embarcarme hacia las tierras que la imaginación dispone, vivir otras vidas. Para adueñarme de mi de nuevo y volver a casa.
Por eso leo, como por eso hago deporte o veo dibujos animados. Porque las casas se alejan y queremos oponer a la marcha de los meses nuevos pilares que sostengan nuestros santuarios. Porque el niño es el padre del hombre. Porque echo de menos mi familia, mi cuarto, mi vida antes de que supiera como es. Por eso abro un libro que me apetece leer con reverencia y alegría, para olvidarme de todo lo demás, embarcarme hacia las tierras que la imaginación dispone, vivir otras vidas. Para adueñarme de mi de nuevo y volver a casa.
viernes, 16 de septiembre de 2016
Septiembre, dieciséis.
Creo que podría vivir en el campo solo. Una cabaña, un jergón, una cocina de gas y una promesa de ser menos displicente con mi orden. En noches, como hoy, miraría la luna y pensaría que creo que podría vivir en la luna. Si tan solo pudiera liberarme de ser yo mismo algunas noches mientras miro las estrellas circundando la tierra indiferente y azul.
Hay veces, sin embargo, que la televisión no presenta, por una vez, el ideal del ciudadano adulto occidental; súbdito de su ego, agachada la cerviz por una expectativas vitales que no alcanzan a más de lo que el poder siniestro, que son los defectos de los otros, nos ha preparado para el fin de semana. Vacaciones, mascotas, restaurantes, chismes. Y uno acaba viendo un rato de tenis en silla de ruedas.
Es maravilloso y desolador. Esa energía que quizá estuviera oculta, desplegada en una catarata de esfuerzo, braveza y rebeldía. Y pensar que personas jóvenes y admirables sufren y no pueden expandir esa energía más allá por un accidente, una broma siniestra o un error. Y con ellos, con su lección de armonía, la pregunta que hago desde mi luna hasta mi planeta errante. Y yo. Ahora he aprendido a no decir "no puedo". Y entonces. Por qué no me rebelo.
Creo que podría vivir en el campo, como un eremita que acepta lo que el campo y el alma le ofrecen.
Hay veces, sin embargo, que la televisión no presenta, por una vez, el ideal del ciudadano adulto occidental; súbdito de su ego, agachada la cerviz por una expectativas vitales que no alcanzan a más de lo que el poder siniestro, que son los defectos de los otros, nos ha preparado para el fin de semana. Vacaciones, mascotas, restaurantes, chismes. Y uno acaba viendo un rato de tenis en silla de ruedas.
Es maravilloso y desolador. Esa energía que quizá estuviera oculta, desplegada en una catarata de esfuerzo, braveza y rebeldía. Y pensar que personas jóvenes y admirables sufren y no pueden expandir esa energía más allá por un accidente, una broma siniestra o un error. Y con ellos, con su lección de armonía, la pregunta que hago desde mi luna hasta mi planeta errante. Y yo. Ahora he aprendido a no decir "no puedo". Y entonces. Por qué no me rebelo.
Creo que podría vivir en el campo, como un eremita que acepta lo que el campo y el alma le ofrecen.
jueves, 15 de septiembre de 2016
15 de septiembre de 2016.
El espíritu sopla donde quiere y los días pasan. Caminando de vuelta a casa, me acostumbro a vivir como si el tiempo se acabase y fuera a irme mañana. Qué sé yo donde. Quizá haya más primaveras y esa luz de nueva amanecida tras cada tormenta, la soledad en las calles y la amabilidad de los desconocidos.
Cuando volvía caminando, el velo de nubes se pintaba para un sol débil y el ruido de los coches se iba diluyendo en el atardecer temprano. Y mis nervios y mis piernas se preguntaban, como lo hago ahora antes de dormir, dónde estará la vida y si habrá en algún lugar un lago donde descansar de las dudas.
Dundalk se acurruca contra la noche como un gorrión cansado.
Cuando volvía caminando, el velo de nubes se pintaba para un sol débil y el ruido de los coches se iba diluyendo en el atardecer temprano. Y mis nervios y mis piernas se preguntaban, como lo hago ahora antes de dormir, dónde estará la vida y si habrá en algún lugar un lago donde descansar de las dudas.
Dundalk se acurruca contra la noche como un gorrión cansado.
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