Una de las virtudes del poder es cambiar los hechos. Caligula lo mostraba al condenado a muerte cuya cara se iba revistiendo de la dignidad de la inocencia a medida que el fuego lamía la sentencia consumida. Quien controla el pasado controla el futuro.
Solo queda caminar por ruinas de ciudades que la imaginación eleva por encima de su talla antigua, y caminar para escapar de la rueda de la historia, que proscribe la felicidad. Quiero desintoxicarme, y experimentar la soledad y el frío crudos, sin pantallas que me ofrezcan falsos consuelos. Así que cerrare mis redes, para no enredarme más aún en ellas (ay, ya es demasiado tarde), y morir un poco, yacer de un pulso digital que ni da luz ni jalea en los momentos oscuros. Seguiré escribiendo aquí, tratando de resistir lo mejor que pueda.
Dundalk es ahora un macizo de pilares extensos que no se camuflan detrás de motivos destilados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario