Ansiosos y fieros sobre sus lomos blancos
Con la aurora que mira el trepidar constante
De la furia justa que aletean sus cascos,
Libres de todo mal, libres de todo miedo
Buscando otra vez la vida y su verano.
Azotando el espíritu del viento y su palma suave
A favor del amor y contra el grito amargo
De los que buscan en la plaza cualquier mayoría
Para dormitar tranquilos en un calor de establo,
En esta, triste atormentada tierra
Que hoy mira ya sin lágrimas cuartearse sus campos.
Avanzamos graves, no hay piedad en los ojos
Como una compañía de sabios desterrados
Dueños del hacha y de la fe, del lenguaje
Inconsciente y leve de los enamorados,
Con la espada en el cinto y la capa de sombra
La espuela presta y la verdad en la mano,
Lejos del puerto al que acuden los débiles
Para contarse mentiras que calienten sus labios,
Mientras nosotros cabalgamos sin mirar hacia atrás
Ya en el día que agolpa la sangre fuerte de los brazos
Ya en la noche que deshoja la orquídea
Y hace del perfume del jazmín la entrada a un tiempo santo,
Entre la bruma leve que hace de nosotros sombras
Y desfigura el cuerpo ardiente del ocaso
En un río rabioso de tigres amarillos
Que revelan,majestuosos, los relámpagos.
Contra el frío yacente del alba malherida
Que nos mira de nuevo, solos y derrotados
Reyes y reinas de un tiempo de silencio
Caminando entre el desprecio de su propio canto,
Porque no esperar ninguna salvación
Es la única salvación de los condenados.
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