Quienes somos, preguntas,
Pues hemos olvidado.
Por qué caminamos como sombras
Mientras la luz es nuestra,
Ajenos a los dones, que estremecen sonriendo,
ciegos al fiel prodigio cotidiano
Innecesario de ser en vez de ser la nada:
¿No hay voz que nos deslumbre
Ni fuego que nos prenda?
Acaso es cierto y somos hojas vueltas
Al embate de un azaroso viento,
Recogiendo pedazos sin poder volver
A aquel jardín tras los muros primero.
Para calmar pesares,
Ordenando los sueños
Trabajosamente ordenando
Los restos de un naufragio anterior
Que ya no recordamos
Diseminados en la blanda arena.
Y sin embargo, basta el súbito roce
Con otra sombra fugaz por la brisa mecida
De carne de nube y vestida de ausencia
Basta un trino de azar que niegue la intemperie,
Para que el alma aliente de nuevo primaveras,
La luz refulja intacta, los dones se derramen
Y los pedazos del espejo roto devuelvan
El resplandor intacto y misterioso
Donde somos eternos.
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