Un segundo después del último suspiro
La seda encarnará de azul otra mañana
Y en los montes de la infancia la retama
Junto al romero prodigarán, mudos testigos,
El aroma de vida que vibra y nunca acaba.
El arroyo de luz derramará fluyendo libre
Desde las cumbres de plata silenciosas.
Mis ojos deslumbrados serán entonces fosas,
Pues el presente ni sabe que está triste
Por la ausencia, ni la presencia goza.
Y pensar que mientras suenan alegres melodías
La noche ya habrá invadido mis sentidos ávidos
Y la luna radiante lucirá entre la brisa
Con otras sonrisas y feliz el verano,
No recordará los momentos divinos
Cuando ajeno al temor, caminaba tranquilo...
Y el cielo surcarán inocentes los pájaros.
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