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domingo, 18 de junio de 2023

La corrosión del carácter. 18 de junio.

Hoy he leído acerca de un hecho que me ha parecido muy relevante y he observado una reacción, parcial, sesgada seguro, que me ha resultado tanto o más interesante.

Desde la patente de una máquina voladora que acabaría siendo el aeroplano hasta el primer alunizaje transcurrieron 66 años. Una manifestación extraordinaria de lo mejor del espíritu humano, me parece. Imagino una sucesión de talentos, muchos hoy ocultos, trabajando juntos y compitiendo, tratando de dar un paso más allá hacia lo imposible. Una escalada audaz contra lo imposible. Una muestra más de que la liberación del talento y la promoción de lo admirable promete frutos dulces en el cambio constante del mundo que permanentemente los amenaza.

Pues se ve que no tanto. La gente (detesto usar esta simplificación, pero bueno, la gente que comentaba, la mayoría de los comentaristas, nos entendemos) tendía a minusvalorar cualquier mérito, difuminarlo con trazos de sofisticado pensamiento aglutinador de churras y merinas, con la consabida chatarra ideológica, recuerdos de guerras mundiales, una considerable porción de temblor por la perspectiva de futuro, con amargura.

No resulta fácil comprender esto. Decir que algo ha mejorado o ha progresado, valorar cualquier logro no significa asumir que estamos en un mundo perfecto. No sé qué vida en el pasado imaginamos como sociedad, o qué esperamos del porvenir. Parecemos dejarnos llevar en una corriente mortecina de cinismo absoluto, todo lo que no es perfecto es igual de despreciable. Yo creo que no es más que miedo y deseo de rendirse antes de luchar. El terror al futuro es terror a la vida. Es difícil comprender el atractivo de la desidia, lo único que uno puede conjeturar es que es un lujo nacido de la vergüenza de una vida sin riesgo ni afán. Me temo que está corrosión del carácter es una epidemia no letal y silenciosa que nos está haciendo más tristes, lejanos, asustados...en fin, peores, dueños de dagas amargas para defendernos de fantasmas que nuestra imaginación convoca, nada más.

Que les jodan, sean muchos, uno o todos. Voy a vivir hoy y a tratar de hacer un mañana algo mejor. Y si no lo logro...pues habrá que seguir, contra el viento, con razón, sin razón o contra ella. No hay más. Nada se nos ha dado y no yacemos en lechos de rosas. Admirar lo admirable es bueno y me parece que hasta necesario. De lo contrario, vivimos despojados del esfuerzo que nos ha precedido y de la ilusión que nos espera, huérfanos y ciegos.

La noche ha caído contra un lugar escondido, herido pero aún orgulloso. Ahora no puedo ver la luna, pero sé que esta ahí y eso basta. Ella estimuló el sueño de tantos que desearon lograr lo que no había sido logrado. Y ese esfuerzo, difícil, duro, sin dar ni pedir tregua contra los límites de lo común dio frutos inmensos. Aunque pocos deseen gozar de sus frutos, yo voy a hacerlo, mientras un rumor débil eleva el significado de la noche hacia las estrellas lejanas.




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