Preguntaban en tuiter acerca de los mejores jugadores de una serie de países, y conteste lo míos. Pero me he quedado con ganas de contar acerca de los malos o los que nos han hecho disfrutar por otras cosas, que pueden estar relacionadas (o no) con la pelota y el juego.
Allá vamos...
Alemania, Ballack. Cada cierto tiempo, me gusta verlo perseguir de nuevo, como en un eterno retorno, al árbitro ese que los robo contra el Barcelona. Como disfruté ese robo. Y ahora nos traen el VAR para quitarnos la gracia. Un deporte que sirve al crimen financiero, fomenta valores penosos e incentiva la violencia tiene ahora que ser "justo". No me jodas.
Ni Sófocles. Drama humano, tragicomedia del devenir...
Argentina es un país repleto de mitiqueces. No diré nada de Higuaín. Me centro en cuando Bilardo amenazó con expulsar al equipo si le daban un premio al juego limpio y el embrujo colectivo que mantuvo España con el argentino de nacimiento Mariano Pernía porque metió dos goles bonitos. Más tarde demostró ser uno de los jugadores más gozosos de ver en un campo de juego, a condición de que fueras con el otro.
España, tierra de cuartos hasta hace no mucho. Recuerdo bien cuando Cañizares se perdió un mundial porque se le cayó en el pie un bote de colonia (bien podría ser cierto, pero suena mitiquísimo), cuando Molina jugó de interior o las fazañas de Villarroya, que jugaba cuando yo era pequeño; entonces pensaba que era imposible jugar peor al fútbol. Criaturita...
Es más grave de lo que pensaba...
Brasil, el Eden del fumbo. Romario. Coinciden mi favorito y el más mítico. Me encantaban sus ruedas de prensa defendiendo su vida nocturna como si todos los demás en la sala estuvieran locos por no entenderlo. Dinio vestido de corto. En honor a la verdad, era capaz de hacer magia, y la historia perdona a quienes juegan bien.
Lean y aprendan, amables lectores,
"Hace 18 años que juego al fútbol, comentó el brasileño, "y la noche siempre ha sido amiga mía. El día que el presidente vino a ficharme le comenté que la noche me encanta y que cuando no salgo, no marco. El día del Palmeiras salí por la noche, llegué a las siete de mañana al hotel luego, marqué tres goles. Desde entonces no he vuelto a salir más y los goles no llegan, así que habrá que empezar a salir por las noches. Salí el jueves, salí ayer [por el viernes], saldré hoy [por ayer], y la próxima semana creo que haré igual. Y a quien no le guste...".
"Sí, pero salir por la noche el mismo día que uno no se entrena por sufrir faringitis...", sugirió uno de los periodistas que, atónitos, escuchaban las palabras del brasileño en la ciudad deportiva de Paterna. Romario, no dudó en su respuesta: "¡Pero hombre!, cuando salgo, bailo con las piernas, no con la garganta. ¿Comprendes? Eso es así, ¡coño! Yo no bebo, no fumo. La garganta no resulta afectada".
Nueva pregunta "¿Y si algún compañero le pide explicaciones por sus salidas?" Y nueva contundente respuesta: "¿Compañeros? ¡Joder! Los compañeros, que se jodan. Si vienen a hablar conmigo de este tema los mando ya sabéis dónde".
Vogel, que es suizo, lo cambio por Bélgica, que ha dado más grande jugadores, pero no a la altura de esta historiaza. La composición de tiempo y de lugar es mía. Sevilla, 10 de la mañana y sol de justicia. El entrenador, Irureta, quiere imprimir intensidad al equipo y pide a los jugadores que se muestren más activos. Solo un hombre se rebela contra la tiranía. Vogel se niega a correr porque "yo no soy tu perro". Anticipándose a Ibrahimovic y Maluma, Vogel se corona con estas palabras. Hoy sobrevive impartiendo cursos de inteligencia emocional. Si usted tiene un problema, quizá pueda contratarlo.
Portugal, nuestros vecinos serios (teniendo en cuenta el panorama, a poco). No quiero que Zerre lea estoy diga que le envidio por guapo rico y jugar bien, ni sufrir un ataque psicótico de Pepe, así que voy por Vitor Baia, un portero que parecía que marcaría una época en el Barcelona y acabó siendo peor que Busquets y Secretario, que sin duda, como secretario hubiera sido uno de los mejores del mundo. Eligió mal su vocación.
Francia, Griezmann. Un absoluto crack y para mí el merecedor del balón de oro (aunque el premio me da igual). Un tipo que se considera medio uruguayo porque le encanta el país y espera conocerlo pronto tiene un documental.
Inglaterra. Ashley Cole nos enseña cómo comportarse educadamente al lado de personas que nos dan asco.
Italia. Ballotelli. Prendió fuegos artificiales en su casa (dentro) e invitó a una ronda en una gasolinera. No hay más preguntas, señoría.
Colombia. Cuidadín aquí. Freddy Rincón fue una estafa, vale. Asprilla estaba reparando la rueda de su coche y otro quería participar en lo que creía que era un robo, muy buena. Pero cuando a uno lo amenazan con echarle de comer a un cocodrilo como al Tren Valencia, no hay nada ni nadie que pueda competir con eso. Luego se fue al Bayern. Beckenbauer lo bautizó como The Defoliator (en alemán como fuese, algo así como el deshojador). Lo vio entrenar en un campo rodeado de bosques y pudo sentir el sufrimiento de los árboles.
Uruguay. Hay un estudio que demuestra que es más posible que tú, incauto lector, sufras un ataque de mordiscos de Luis Suárez que de un tiburón. Quiero que me devuelvan el dinero de mis impuestos.
Croacia, flamante subcampeona del mundo. Prosinecki era una estrella europea y vino a que lo acabaran llamando "Marlboro", el paquete rubio más caro. Pero queda lejos de Suker; en una entrevista radiofónica, repitió que el tenía "su calidad" 30 veces (su latiguillo favorito, "yo sé que tengo mi calidad") y revisando una jugada el periodista le dice que se tiró al área. respuesta, algo así como, "no solo área, también Anita". Fue cuando Suker y Ana Obregón hacían esas cosas.
Holanda, la naranja mecánica y el melocotón loco, Royston Drenthe. Difícil definirlo a quien no lo viera jugar, era capaz de seguir moviendo piernas y brazos a toda velocidad aunque se estuviera cayendo, hecho que sucedía el 85-90% de las veces. En su tiempo libre estrellaba coches y ponía la radio en el jardín, hubiera gente alrededor o no.
Grande, el fútbol. Aún nos quedan muchas cosas que ver, antes de que esos momentos se pierdan como lágrimas en la lluvia o como volutas del cigarro que comparten en una habitación Coentrao y Mathieu...