Translate

jueves, 13 de agosto de 2020

Reversos contra la gravedad. 13/08.

De entre todos los mundos posibles, este es el más extraño, quizá porque todo lo que podemos imaginar es la combinación de todo lo que conocemos. Donde quiera que vamos, llevamos con nosotros nuestra novela y la narrativa de proezas y caídas se sucede en una forma difusa en la que podemos aspirar a mantener sólida nuestra conciencia con esa chispa indefinible que junta los retazos de lo que somos en un hilo delicado y audaz.

De entre todos los dones que la vida me ha prodigado inadvertidamente, uno de los más gozosos fue y es mi afición por el baloncesto. Las esculturas efímeras en el aire, la fragilidad del tiempo y el brillo de los héroes fueron el principio, como siempre, supongo. Después, las victorias y derrotas de tus equipos se mezclan con las que vas cosechando en tus días, mientras recuerdas los tiempos felices en los que el drama era irreal, me protegía el cariño. Creces y añades capas de sentido a lo que era solo pasión y azar.  

Debo a una de esas intersecciones entre experiencia, memoria y época mi afición a un equipo que fue el necesario villano para que Aquiles Jordan resplandeciese. Esos Utah Jazz eran duros, limitados, serios y no sucumbieron al conjuro de las fascinación de los inalcanzables Bulls. Supongo que todos querían ser Michael y yo ya sabía que ni me acercaría. Perdieron con la cabeza alta.

Travesuras de la vida me han llevado hoy a un podcast de baloncesto que he encontrado fabuloso, El reverso. He decidido empezar por uno de los recientes, acerca de Jerry Sloan (descanse en paz, bendito sea) y su ritmo mágico me ha llevado a ese tiempo. Me ha parecido que trasciende el baloncesto para tratar de la aventura humana y de los asuntos que nos queman por dentro desde que podemos comunicarnos: la dictadura del resultado, la humillación del afán de la proeza, la hipertrofia del papel de la estrella en un colectivo o la evolución del juego en una pasión perpetua e invencible. Esa pasión que he sentido escuchándolo, oyendo opiniones que no pretender situarse por encima de lo opinado, con rigor y amenidad. Todos los capítulos que aún no he oído son una razón más para llenar los días y seguir conjeturando que significan la victoria, la clase, la moral y la grandeza, la agonía y el éxtasis envueltos en la belleza de un juego que en los peores momentos hemos llegado a enterrar en un balance contable.

La ciudad se acuesta al contraluz de callejuelas donde el viento deja un aroma simultáneo de presencia y olvido. 




1 comentario:

  1. Precioso, Miguel. Has definido tan solo con arreglo a un programa buena parte de nuestra filosofía. Muchas gracias y como te he dicho en Twitter, bienvenido :)

    ResponderEliminar