Dilecto Samuel:
Sin juramento podrás creer que he seguido estos últimos meses con preocupación tu decisión aparente de retraerte de las luchas mundanas. Si bien el propósito de los estoicos habita en parte en las almas de los sabios, hemos implorado por tu recapacitación. Deseamos que tu buen juicio sea pródigo cerca de la fuente amena y la laboriosa huerta. Te queremos de nuevo cerca de nosotros.
No sé si hasta a ti habrán llegado las preocupantes misivas que han hecho a muchos rendirse a la angustia. Te informo de que nuestro antiguo entrenador, Ernesto Valverde, ya no está entre nosotros (deportivamente hablando). Del resto de los asuntos que han ocurrido y aún acontecen, no deseo informarte, pues no desearía que tu noble alma se ofuscara con desasosiego. Por favor, se informado también de que hay una epidemia ahí afuera y debemos ser prudentes. Dudo que hayas salido de tu chalet durante los últimos dos años, pero si has visto abundancia de mascarillas, te confirmamos de que no se trata de una moda o una invasión de ultracuerpos. Deseamos al altísimo que te acoja bajo tu protección y amparo.También rogamos que tu decisión de ascesis se convierta en la de una vuelta a los deleites de este mundo.
Largos reproches se suceden entre nuestros hermanos, últimamente. Se reprocha que el espíritu ha abandonado el juicio de nuestro querido Alba o la alegría de Sergi Roberto, siempre jovial como lo recordábamos. Nuestro querido Luis parece haber perdido esa mordiente que le acompañaba y Gerard el favorito de la fortuna parece perdido en los placeres del siglo y no deja su voz en la comunidad, la que se pierde como la luz en la tiniebla de la noche. Por último, lo que tanto temíamos sucede y nos ha invadido la turbación. Nuestro líder parece haber perdido su confianza en nosotros y nos negó en ocho momentos antes de que cantara el árbitro tres veces. Para hacer las cosas más grotescas, Martin, que vino de las tierras del norte de luchar contra los paganos en escaramuzas, desea el color de la púrpura en él.
¿Cómo se atreve alguno de nosotros, teniendo un asunto contra otro, a ir a juicio delante de los injustos y no, más bien, delante de los suyos? Y si la gestión deportiva hemos de ser juzgarla nosotros, ¿acaso no somos indignos de juzgar pleitos tan pequeños? ¿No sabéis que hemos de juzgar a los que nos critican desde la altura de nuestro trono? ¡Cuánto más las cosas de esta vida! Los coches, las fiestas, el resplandor de los premios, la táctica de los que ingenuos pretenden entrenarnos. A este mundo de los grandes te llamamos, Samuel, para que no te pierdas en el camino que huye buscando la vida descansada. En nuestro vestuario descansamos mucho, también.
No querría aburrirte con más cuitas, querido hermano, y además, debo escribir otras misivas bastante más larga a los compañeros Ousmane, Artur y Arturo, que han seguido la senda de la renuncia también. Sabe que los momentos malos refuerzan la confianza de los hombres sensatos y que la calma que ansías también se puede hallar en los yates que frecuentamos, ajenos al ruido que generan nuestras discordias.
Adjunto dirección del campo de entrenamiento, en caso de que las meditaciones te hayan apartado de su recuerdo.
Afectuosamente te saluda,
Josep Maria de la concepción del buen fichaje, la mejor gestión y el nunca pasa nada Bartomeu y Ronald Araujo, gestor espiritual y consejero aúlico (en caso de que alguien nunca haya visto un balón pasar a menos de cincuenta metros de sus pies).
PD: Antoine te manda recuerdos desde el videojuego en el que esté ahora, también.
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