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jueves, 31 de octubre de 2024

Todos los santos.

En nuestra sumisión nos consumamos,

En nuestra servidumbre nos crecemos,

Con los labios del temor rezamos

Una oración al alma que eleve nuestros cuerpos.


Bien siervos de un azar que abre sus manos,

Ya nómadas errantes contra horizontes huecos

En duermevelas ardientes por bosques asombrados

Sombras de quienes fuimos se aventan en el tiempo.


Hay un eco que resuena, temblorosa su voz

En el vacío incansable que derrite la hora,

Como del aliento ardiente de la voz de algún Dios,

Que añade nuestro anhelo a la flor de su gloria.


Débil, lo que pudo ser refulge sobre el lago

Pero no soy audaz para alcanzar su fondo,

La perla de lo perdido yace allí en el pasado

Mas aún su brillo extraño conjura nuestro asombro.


Las ilusiones perdidas mutilan lo que alientan,

La paz de la rutina augura una hora fuerte,

Mas lo que agota el miedo no otorga fortaleza,

El castigo del ser que no desea ser si no es ser para siempre.


Vivir parece fácil ignorando la ley,

Vivir como si el año nos prestara el siguiente:

Por ignorar lo inevitable conquistar una fe

Y alzar torres en la arena que se irguieran por siempre


En el dulce abandono nos entregamos suaves

A la certeza cálida de nuestra pronta ausencia...

Y el asombro de ser, de aún sentir, en un silencio grave

Que abrazará estos despojos sin que nadie lo sepa.


En el día de santos, la noche es larga

Y aun no he encontrado el camino a mi hogar,

Pido al espíritu del tiempo que acoja mis palabras 

Y doy todas mis palabras por encontrar mi paz


lunes, 28 de octubre de 2024

Soñar despierto.28/10/24.

Sólo sobrevivo a mi época porque escondida tras mis vidas hay otras posibles. Son remotas y difícilmente accesibles, pero no son imposibles; con eso basta. No necesito visitar todos los otros lugares y momentos, pero preciso que existan. El mundo es de quien nace para conquistarlo sin piedad, sí, pero yo a cambio llevo en mí todos los sueños. 

Soñar despierto me consuela de mis defectos y fracasos, aunque corro el peligro de quedarme en ellos, flotando como en un agua templada que no vigoriza ni calma, pero adormece. Lo sé y asumo el riesgo. Si no tengo la oportunidad de ser otro; si la aventura de cambiar de rumbo no abre una nueva aurora; si debo resignarme a caminar todos los días por octubres lluviosos y oscuros y fríos, no deseo los frutos de la rutina. Dadme la vida que amo: aunque casi todos los sueños se agosten como rastrojos de las eras, los quiero, porque es bueno tenerlos y porque la desesperación me abatirá cuando comprenda que no sere capaz de elegir otro camino. Es demasiado tarde para renunciar a ser otro, de resignarme a no desear no ser yo.

La noche se abalanza pronto sobre ciudades ignorantes de su destino fugaz. La brisa se levanta, el río transcurre silencioso. Luces desperdigadas titilan, susurros llaman, figuras surcan cielos metálicos. Me imagino más feliz, más pleno, más talentoso o más fascinado, en otros tiempos, en otros lugares, reflejado en luces de ciudades en llamas que iluminan un rostro que trata con animosidad de escapar a cualquier otra parte.



 


miércoles, 16 de octubre de 2024

Propósito de enmienda. 16-Oct 24

Forjar planes inútiles de escape,

Recrear la Historia en un febril instante,

Desear la paz que precede a la aurora, 

Encontrar el consuelo en lo aún no perdido.


Alcanzar la maravilla en lo visto cien veces,

Domeñar el dragón del riesgo con coraje,

Avistar tras el recodo la ocasión propicia,

Contemplar la belleza viva como su conjurado.


Admirar el milagro inmarcesible del agua,

Ver la luz derramarse sobre siluetas breves,

Oír sin escuchar los rumores de dentro,

Recibir los dones que el misterio prodiga.


Olvidarme de mí en soledad ociosa,

Recordar lo aprendido cuando aún no sabía,

Dormir contra el bullicio que aprisiona el alma,

Saltar hacia la noche en primordiales bosques.


Prometer a la vida cumplir su mandamiento,

Despojar de hojas muertas el resplandor cautivo,

Amar la hora incierta que amenaza hogueras,

Llevar el rumbo incierto de los que no perdonan.


Vivir en el sueño que no entiende si sueña,

Calmar la prisa ciega que la luz nos regala,

Oír la música callada que enamora al silencio,

Caminar lento hacia la escondida fuente,

Soñar el sueño de la vida con la vida que sueño.







domingo, 13 de octubre de 2024

Cazas de brujas o Cuando la perversidad es virtuosa. 13.10.2024.



Heinrich Kramer tenía un problema acuciante de odio. Afortunadamente para él, su época estuvo dispuesta a retribuirlo. Elocuente inquisidor, infatigable, había formado una imagen mental en la que mezclaba en su caldero una ardiente misoginia, creencias sobrenaturales dislocadas y una distorsionada y delirante imagen de la virtud. Como todos los fanáticos, creía cumplir la recta voluntad de su causa sin preocuparse de los renglones torcidos. Su celo hizo de él alguien temido. Su recreo en la morbosidad sexual y la imagen de las mujeres como perdición de las almas granjearon su desgracia primero, su venganza y triunfo después. A su destronamiento como campeón de la cacería de brujas le siguió la publicación de uno de los tomos más tristemente influyentes jamás escritos: El Malleus Maleficarum, martillo de brujas, con la colaboración del también inquisidor Jakob Sprenger. El poder de la imprenta y sobre todo el del miedo hicieron el resto.

El manual es delirante y contempla como detectar a las brujas, las formas de sus actos y su destrucción, incluyendo de cuando en cuando detalles procesales para asegurar las condenas y confiar en los tribunales que, protegidos por la Providencia, no son susceptibles de embrujos. Reeditado docenas de veces, su influjo en Europa durante más de dos siglos alimentó la histeria y acabó con la vida de miles de inocentes.

En fin, se trata de una historia denigrante y estremecedora, pero no hay suceso humano del que no se puedan extraer ganancias para hoy, con la humildad debida. Se trató de un caso límpido de tormenta irresistible en la que la intersección concreta en la que el pánico moral se alía con la ganancia individual brilla como el punto de luz que en una llanura sombría ilumina el rayo. No se trataba solo de la ansiedad de creer vivir rodeado de maldad acechante, ni del temor a poder ser denunciado anónimamente, ni de la coerción a aparentar creer para no ser acusado. En algunos momentos se instituyó que los bienes de una persona ejecutada pasaban a dividirse entre el acusador, el verdugo y el inquisidor. Imagine el lector cómo una parte de la población sentía cada mañana estar caminando sobre hielo quebradizo. Cuando la perversidad es virtuosa apoyada por un sentido de la vida que trasciende la existencia concreta se abren las puertas del infierno. Resulta lógico pensar que un número considerable de personas sentían un soplo de virtud mientras vigilaban, delataban, torturaban y asesinaban a sus vecinos. Y resulta tentador poder decir que no hemos aprendido nada, pero sería cínico. Seguimos siendo irracionalmente temerosos y agresivos a resultas, pero hoy no abundamos en esas cacerías, aunque las siga habiendo. Quizá nos falte lo más difícil: sobreponerse a la tentación de la satisfacción moral para el fortalecimiento de tribus, fes, partidos e ideologías. Quizá nunca se pueda lograr.

La ciudad oscura lleva en su lomo el viento y el río repta hacia la mar en un susurro turbio. Seres se recortan contra el cielo y la superstición y la pobreza del espíritu anida en nuestros espíritus ahogados por el malestar global. Buscamos una luz que nos inunde, como una bendición innombrable que pacifique nuestros rostros y ponga un nombre más amable al frío.


miércoles, 9 de octubre de 2024

Las estrellas. Nueve de octubre.


Busco en lo lejano lo cercano.
La voluntad de cambio en lo que nunca se conmueve,
El goce del día en la gélida noche,
El arduo aliento de la calma en las estrellas.

Ellas me consuelan de este pasar distante
La órbita desencadenada entre lo que ocurre y siento,
Su indiferente maravilla que atesora una luz
Que luego deja huérfanas las formas que despierta.

Busco acaso la respuesta al misterio.
Más que un andante, un modesto eremita
Buscando estar en paz con Dios y conseguir la Gracia,
Aprender que el instante es inasible y desvela
Constelaciones de significados y un secreto mapa,
Semilla de lo que será, tumba de lo que pudo ser...

Y libre al fin de sí, espera al ocaso para desvanecerse.

Las estrellas persisten su embrujo intacto displicentes
Nunca nos miran y sin saber que existen, giran
Formas celestes sin más alma que el humano deseo
De pervivir, de ser latente raíz bajo la nieve
Y despertar cuando la primavera fecunde los floridos campos.

Hoy la vida es frenesí en pos de otras quimeras;
No queda voluntad de escudriñar las sombras
Y mirar hacia el cielo es un vicio insolente.
Una tarea perdida que no acarrea réditos
Ni espera ser compartida o ansiada.

Miro ese mar inmenso sobre nuestros ojos,
Y sé que nunca veré lo que ha ocurrido
Allá en los amplios espacios donde el silencio reina
Sin saber de cuitas, desamparo o euforia.
Sólo ser sin saber que están siendo
Y, libres de deseo, quizá merezcan alma.

¿La tengo yo, mientras escribo en vano?
Espero merecerla, saber su chispa remota
E imaginar que nos alcanzará cuando sepamos ver
Dentro de nuestra oscuridad en la que no clarea
El olvido, el temor, la dicha o el remordimiento
Para olvidarlos pronto y dejarlos afuera.

Soy yo que no soy nada y siendo
Soy los aprendices de Ur, los babilonios, los caldeos,
Los gramáticos y los geómetras, los soldados muertos,
Los que no vieron el sentido, como yo no lo encuentro,
Los que no entienden la hora, como yo no la entiendo.
Los que reposan después de largas jornadas olvidadas,
Todos los otros que contemplaron sin ser mirados nunca.
Ojos que fueron huesos, huesos que fueron polvo, polvo que siempre es nada.
Tan invisible y perdidos sin saber que lo estamos,
Sedientos de miradas, de luz y de consuelo,
Siempre mirando hacia la noche, siempre lejos del cielo.

Sí, hijos de las estrellas...con alma y extravío.
Hogueras perpetuas de fulgor y silencios,
Refulgentes esferas de desdén atávico,
Oh, madres frustradas de un perpetuo vacío.



sábado, 5 de octubre de 2024

Muerte de la luz en la ciudad perdida. 5-10-24.

Tras el cielo gris habitan otros mundos. Nuestra imaginación los acerca, aunque están separados por aterradoras distancias de silencio. Como el lenguaje, los ojos de la mente pueden operar embrujos en la realidad, para clarificarla u oscurecerla. Quizá allá habrá planetas errantes en las que la noche no permite siquiera ver las estrellas, cayendo maldecido y olvidado, un réprobo. 

La sensación de abandono que trae la muerte de la luz es similar, quizá. Veo como su intensidad se pierde con la misma lentitud con la que jirones de nubes grises se desmenuzan. las luces artificiales son agresivas y burdas. Habrá que esperar al alba. Y otro día pasa más en el enigma del tiempo, en un cuerpo cansado que sigue sintiendo el impulso de poder domeñar la vida y una vocecita susurra que no has sido capaz siquiera de arañar su significado. Mañana será igual. Gente, tiempo, afanes, dudas, profesión de fe, mirada al futuro.

La luz va cayendo ahora por el precipicio, cada minuto es sensible, La noche del invierno llega y habrá que aprovechar el otoño y su calidez dormida. El viento se levanta. El río avanza. El mar respira. La vida pasa...