La niebla se apodera de las avenidas. Esparce un halo hermoso y lúgubre sobre la noche. Caminas lento sobre calzadas que nadie fatiga esta noche. Las farolas son luces de guía en un océano conmovedor de soledad y hastío. Los edificios se difuminan para no quebrar lo que parecen pinceladas grises de una realidad alternativa. Y los pasos te mecen sobre la proa de la rutina, Mañana sera otro día de lucha, y el escudo resistirá los embates de otros, y seguirás en pie. Nada hay dentro de ti, y apenas fuera, que pueda hacerte daño. Sigues por las calles desiertas entre sinfonías de charcos y gatos tiesos de hombros. Esta noche, ni un alma caminará excepto tú. Y avanzas, convertido en sombra.
Hoy he leído que un príncipe saudí ha pagado 80 billetes de avión para sus halcones. Y esa imagen me parece una buena muestra de la decadencia en la que caemos cada día.
Dundalk se acoge al silencio y se esconde también, sosegada y serena.
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