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lunes, 6 de marzo de 2017

Seis de marzo. Fachas, chonis y paletos.



Maria Zambrano



No merece apenas comentario el video de la televisión pública vasca que se ha hecho tristemente popular por aventar una serie de tópicos acerca de España y los españoles.  No creo que nadie que se exprese en términos de "ellos" y "nosotros" tenga esencialmente nada interesante que decir, salvo si esos grupos son identificables en base a elecciones vitales libres; desde luego no en atribuir características comunes en base a lo que alguien es porque no tiene más remedio que serlo. En otras palabras, las identidades obvias corren el peligro de acarrear otras impuestas y ahogar las únicas que merecen la pena, las libres.

No creo que debiese ofender, por dos motivos. Primero, no ofende quien quiere. Segundo, creo que cualquiera podría encontrar ejemplos de convecinos suyos acudiendo al tópico hiriente y la chanza para zaherir a ciudadanos de otras regiones. Corremos el peligro a menudo de identificar por pereza intelectual las opiniones más altisonantes con las más representativas Tercero, creo que fue Schopenhauer quien escribió que son quienes no tienen méritos individuales de los que sentirse orgullosos delegan ese orgullo en entes que están por encima de ellos, para creer que así vuelan más alto. Lástima a quien lástima merece. Dicho esto, no hay que transigir con el ánimo de ser cruel ni con la xenofobia, así que espero que alguien piense en que punto está la situación de un lugar en el que el dinero público financia el odio, 800 cadáveres después.

Dejo a los protagonistas del famoso programa, "La imaginación de los peores villanos de Shakespeare se detenía ante la contemplación de unos pocos cadáveres" según Solzhenitsyn. "Porque no tenían ideología". Produce tristeza ver los lagos de sangre en los que muchos se mueven sin darse cuenta de la viscosidad mojada que muerde sus tobillos. Porque la identidad es la disonancia cognitiva más poderosa que ha existido, y no habrá paz para quien la cuestione. Pero para tratar de curarse, no solo basta con denunciarlo en los otros, por necesario que sea. Hay que combatirlo en nosotros mismos, para tratar de hallar un encuentro con la inmensa mayoría buena. Y por supuesto, como dijo Séneca "un imbécil hace más daño que un saco de ladrillos. Huye de ellos echando hostias, Pero no les hagas publicidad, ni les des importancia ni boicotees las películas en las que aparezca. Hay tontos en tós laos"

Dundalk me manda esta cita de Amartya Sen por el aire

«Me defino como un asiático, ciudadano indio, bengalí, de Bangladesh, ciudadano británico, hombre feminista… Tengo, pues, numerosas identidades, siempre en conflicto, pero a veces, según el contexto, una resulta más pertinente. Ante la crisis reciente estoy a favor del estado-providencia y veo argumentos fuertes a favor de la intervención socialista. Pero cuando veo el hambre en Ucrania, o en Corea del Norte, mi identidad es la de querer la libertad contra la opresión. No es una cuestión de identidad, sino de razonamiento. Cuando existe un conflicto, la cuestión que se debe plantear es: ¿qué tengo más razones para hacer? Mi libro [La idea de justicia] está consagrado a la razón, al razonamiento privado y al razonamiento público. Porque, al cabo, es el hecho de razonar, y de razonar con los otros, lo que debe determinar nuestras prioridades.»
y su sol me invita a salir y a buscar la alegría.

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