La política es el arte de lo posible dijo alguien. Menudo idiota. La política es al arte de dar zasca. Hay que confirmar las creencias que uno ya tiene, atacar al otro con lugares comunes y levantar al respetable que comulga con nosotros un aplauso. 30-15, sirve la progresía, resta el facherío.
Es descorazonador. Somos supuestamente educados e instruidos, mas caemos ante la simplificación más burda y gozamos la discusión inane. Supongo que estamos aburridos; la discusión es drama, el drama entretiene y vende. Mientras tanto, nos hacemos la ilusión de que las cosas que nos pasan son culpa de los otros, No me excluyo, pero cada vez que entro en contacto con mi país, me sorprende su gigantesco miedo a la libertad, el pavor a buscar puntos de acuerdo a través de la discrepancia respetuosa. Todo es un cliché apenas amalgamado coherentemente que se refuerza por los rugidos execrables de minorías ruidosas. y nada se salva; la corrección política pasa a ser un término ubicuo que sirve tanto para impedir un debate adulto como el fantasma de quienes quieren introducir taimadamente discursos supremacistas. La memoria se convierte en un catálogo de ofensas selectivas y colectivas que todos deben compartir. La democracia una ficción, una trampa que de repente se ve amenazada porque vienen los bárbaros.
Revel escribió "El conocimiento inútil" hace casi 30 años. No me resisto a citar unas frases.
La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira. La civilización del siglo XX se ha basado, más que ninguna otra antes de ella, en la información, la enseñanza, la ciencia, la cultura; en una palabra, en el conocimiento, así como en el sistema de gobierno que, por vocación, da acceso a todos: la democracia.
[...]
Sin embargo, los que recogen la información parecen tener como preocupación dominante el falsificarla, y los que la reciben la de eludirla. Se invoca sin cesar en esas sociedades un deber de informar y un derecho a la información. Pero los profesionales se muestran tan solícitos en traicionar ese deber como sus clientes tan desinteresados en gozar de ese derecho. En la adulación mutua de los interlocutores de la comedia de la información, productores y consumidores fingen respetarse cuando no hacen más que temerse despreciándose. Sólo en las sociedades abiertas se puede observar y medir el auténtico celo de los hombres en decir la verdad y acogerla, puesto que su reinado no está obstaculizado por nadie más que por ellos mismos. Además, y esto no es lo menos intrigante, ¿cómo pueden actuar hasta tal punto contra su propio interés? Pues la democracia no puede vivir sin una cierta dosis de verdad. No puede sobrevivir si esa verdad queda por debajo de un nivel mínimo. Este régimen, basado en la libre determinación de las grandes opciones por la mayoría, se condena a sí mismo a muerte si los ciudadanos que efectúan tales opciones se pronuncian casi todos en la ignorancia de las realidades, la obcecación de una pasión o la ilusión de una impresión pasajera.
No somos inocentes, por supuestos. Seguimos empeñados en seguir la mentira agradable a la verdad desnuda. y nosotros sufriremos la resaca, malcriados que mueren sin llegar a saber que lo único peor que crecer es aspirar a ser toda la vida un niño.
Dundalk mira las ramas desnudas de los árboles, tristes como si estuvieran cansadas de soportar engaños.
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