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miércoles, 1 de marzo de 2017
Uno de marzo. El insuperable don de ser útil
Me gusta Antonio Escohotado, principalmente porque no muchas veces estoy de acuerdo con él pero me obliga a pensar en por qué. Y porque su lucha contra el miedo me parece estimable en esta época que ansía esclavitud. Las drogas, el mercado, el individuo. Tabúes que cumplen el requisito que las religiones y los reyes han usado desde tiempos inmemoriales para hacer de la incertidumbre un frío letal que demanda el calor de la seguridad precaria para sobrevivir. Es mentira, claro. O una media verdad. No hay verdadera seguridad sin libertad. Sí, las oportunidades migran, pero igual que perdemos algunas, en el seno del tiempo hoy se incuban nuevas oportunidades que se nos presentarán mañana. Y el individuo sólo debe aceptar que la moneda de lo incierto gira contra la silueta del porvenir sin ofrecer remedios fáciles y caminar.
Un aspecto me gusta mucho en su obra "Los enemigos del comercio": el elogio del profesional. Esa persona que hace su oficio, trata de llevarlo a cabo de la mejor forma posible, no debe a nadie nada y siente la incomparable experiencia de saberse útil para otros. El ser humano no es un instrumento, pero cuando se da a los otros se acerca a lo mejor de lo que es capaz. Se me antoja que esta disciplina seca y adusta, hacer lo que hagas lo mejor que puedas sin excusas ni abandono, podría construir una sociedad mejor, y que al poder le es muy conveniente ofrecer salidas fáciles para atraparnos, usando nuestro natural miedo a nosotros mismos. Pero llega un momento en el que el miedo es culpable, y a la divisa de Kant "atrévete a pensar" habría que añadir "atrévete a liberarte del miedo". Porque la libertad es más poderosa que el temor. Aunque nunca sea fácil. Gracias por el ánimo y la transgresión, señor Escohotado.
Detesto el victimismo y pago sin vacilaciones el peaje de la independencia. Pero sé que no es fácil pagar, y a veces caigo. Intentando no volver a caer. En eso estamos.
Dundalk anuncia en sus calles que mañana sera incierto y el final siempre esta cerca. Y aunque tiene razón, por una vez no me importa.
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