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martes, 1 de agosto de 2017

Uno de Agosto. Lo incierto.

Escribí esto hace muchos años, cuando sentí pena por Eddard Stark y el invierno empezó a ofrecer signos. Hoy, esperando que lo incierto muestre un buen camino, lo transcribo, modificando un poco y esperando que os guste.





Es invierno ya aquí, y las plomizas nubes
Bailan mientras silban azules las ventiscas
Como invisible aliento del adusto norte
Poblado aún de fábulas y de mitologías
En las que aún seres de bruma, nos dicen, intervienen
En los resquicios de nuestros lentos días,
Para ser sombras sin voz que sueñan sus recuerdos
Y nos muestran un mundo tras el cierzo. Somos otra mitología
De tiempo agotado, sepultado en la nieve
Y en la sombra del vapor y en las ruinas heridas.

Cuando el frio de Dundalk enseña su sonrisa desdentada
Me gusta mirar fotos de la tierra que una vez fue mía
Y aunque sé que sus terrazas y cielos me mienten,
La piedra labrada y los campos  ondulados iluminan
Rincones de estancias que perdí hace algún tiempo
Y los cubren de dulce serenidad que pensé ya ida.

Y siento las derrotas de lo que nunca hice, pero también las cumbres
De la vida feliz que imagino que tuve y que volverá conmigo
Las coronas de espinas que abrasaron mis sienes ya cansadas
Y los laureles que las renovarán tras afrontar la muralla del destino.
Con algunas piezas rotas y otras aladas en paz, esperaré
A que la muerte, amablemente, los recoja en su hato
Y envuelva en su capa de apacible calor mis restos encogidos.

¿Por qué caigo en este burdo embrujo? No lo sé.  Andar quisiera
Sintiendo la hermosura de la tarde cuando recuerdo mis antiguos juegos;
Mi habitación se transformaba en lo que estuviera leyendo, ignorando
el resto que no fuese lo que yo alumbraba
Y no había angustias ni urgencia en mi deseo.

Allí hoy quizá resuenan otros pasos, huecos, alejados
Como estos versos, erráticos e ilusos, conjurando en la selva la era,
En el molino la torre y en las sábanas el bajel atrevido.
Hoy todo será quedo y mustio, como en las residencias.
Soñando en brazos del recuerdo otro sueño de vida.
Y la vida recordará el sueño de los otros, y un cincel en la piedra
Esculpirá lo que todos quisimos levantar y hoy vemos desolado
Frágil como la tierra fértil entre la mala hierba.

Yo desearía soñar incluyendo esos pesares, y nostalgias
Y la frustración del joven y la rabia del niño, 
y haciendo un amasijo, lograr arrebatarlos
Del alma atormentada con que nos manipularon
Y hacerlos dormir bajo la helada silente
Con la armonía que los que nos quisieron nos legaron.

Tengo estos sueños dulces y suaves porque lo ignoro todo
Y trato de repetir dos baños en el río
Pero las parcas inevitables impiden el conjuro
Aunque entre sus ondas frías, impasibles, resisto.

Y pasa el tiempo y yo con él. Giro mis ilusiones
Contra la liquidez del ahora y sus exigencias
Creyendo que algún día
Será un día feliz, gustoso y leve como licor de manzana
Y la garganta se volverá a embriagar de aquella dulce esencia.
Y sonreiremos
Y olvidaremos
Y los otros nos darán su calor y dejarán que lo demos
Hasta que una dama pálida, amablemente,
Busque el camino de casa y pronuncie mi nombre
Y envuelva en su manto de eternidad mis encogidos restos,
Que habrán sido felices por conocer postreramente un mundo apasionado
Que mis ojos sabrán reconocer cuando el sol lo ilumine
Como algo que nunca perdimos y refulja renovado
Y al fin abrevará pausado en su íntimo ritmo, resistente, limpio
Las cosas que desde siempre hemos anhelado
Y nunca conocimos.

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