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domingo, 22 de enero de 2023

La fiebre del oro. 22/01/23.

El domingo de la existencia lleva en sus alas también la contemplación de lo bello y el descanso amable del arduo caminar en pos de otro día. A veces siento que hemos pasado tanto tiempo lejos de casa que solo anhelamos volver a ella y no sabemos encontrar el camino; las pisadas las cubrió la nieve y hace cada vez más frío. Tampoco es que sea un drama: no queda más remedio que llegar a donde nos esperan. 

Cuando llegue la fiebre del oro...vende las palas (During a gold rush, sell shovels) dicen, y en esta quimera del oro perpetua, parece una estrategia no solo astuta, sino sabia. Allá quienes quieren llegar los primeros a la veta y se angustian pensando que acaso cuando ellos triunfen otros miles habrán agotado el metal, es mejor contemplar los propósitos afanosos con distancia y sabiendo que lo más valioso de cada uno es, debiera ser, ser capaz de cambiar el rumbo, por dificultoso que resulte.

El té aún humea, la luz se escapa hacia las espaldas del mar y horizontes que no he visto pero que serán igual a los otros. Mañana habrá que pelear también, pero que sea por el alma. Nuevas auroras que aún no han despuntado, nuevos campos que cubrirá la escarcha mientras el sol los acaricia para hacer una melodía agridulce con el calor y el frío. así es mi vida, así es toda existencia, imagino; el reto de conseguir encontrar un matiz diferente a lo que no tiene más remedio que repetirse. Tratar de encontrar oro puede ser eufórico, pero también te posee como una fiebre que nada puede apagar porque lo que la remedia la estimula. Vende las palas y contempla, oye la música y el silencio de la naturaleza, acaricia a un animal dormido, contempla la lluvia desde tu ventana, respira y despierta.

La noche cerca los neones. Una brisa fresca acompaña al río hacia el puerto, donde las grúas se desperezan allá lejos. El triunfo no es llegar a dirigirlas, sino verlas con un alma en paz, ganas de sonreír por lo que queda y saber que aún quedan fuerzas para resistir al paisaje moral que, con el deseo, aviva el miedo y derrotar a la fiebre del oro, el temor, el rencor y el desprecio con un espíritu en paz.






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