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miércoles, 18 de enero de 2023

Villanos honorables. 18 de enero.

No diré la película, por aquello de los destripes. Además, ocurre en muchas, y especialmente en las que se ponen como tarea enderezar el mundo (los documentales, el género de ficción más deshonesto y simplón). En fin, lo que venía a contar: siento más simpatía por el villano contumaz hasta el final que por su tropa cercana que aspira a estar en cada momento en el bando que va ganando.

No quiero ser cínico; creo en la redención, pero en la ardua y dificultosa, no en la iluminación súbita que coincide con una reevaluación estratégica. En fin, en esta época en la que la hipocresía imita a la virtud para suplantarla, concuerdo absolutamente con Saramago en su elogio del mal ladrón en la cruz. Él no cambió su apuesta cuando iba a perder.

Vivimos tiempos interesantes. Esperamos el fin de todo y peleamos por la comodidad. La semilla de la insatisfacción parece haber germinado en un campo feraz, nuestras ilusiones infinitas. En ese páramo que una tormenta lejana ilumina, la virtud exaltada y la voluntad de destrucción prosperan, disputándose el alma. Puedes servir al diablo o a Dios, pero por favor, no seas gregario y temeroso. Hazte dueño de ti.

Todo se puede entender. Parecemos sentir el inminente final de todas las cosas y que escudos invisibles nos protegen y dan lustre...es fácil buscar lo que renta, lo que agrada, lo que vence, signifique eso lo que quiera significar,y observar la veleta antes de mirar hacia cualquier lugar. Es mejor ser un villano honorable que una marioneta de la circunstancia, eso creo.

Pero el mundo del dinero, del éxito, es como cualquier otro: su hipertrofia es gris, siniestra, triste. Hace de nosotros medios para el disfrute de cosas lejanas que al ser poseídas se despojan de encanto. Acaso es esta la villanía, la mediocridad, despojarnos de lo real para vivir una existencia vicaria, más promisoria, siempre vacía. El atentado contra el espíritu es buscar lo que nos aleja de nosotros en nombre de promesas ajenas.

Supongo que en la incertidumbre hay que tratar de prosperar. Ser medios para otros propósitos más genuinos: construir con los defectos comunes castillos de arena algo más rotundos y saber que no resisten muchos embates, sin embargo. La entrada hoy se ha ido como un arroyo revoltoso por laderas sinuosas y terraplenes extraños. Y así quedará.

Una estrella temprana clarea el azul de la tarde, que oscurece como si nos adentrásemos en abismos marinos. La noche nace otro día más, llevando en alas del viento las palabras hacia la mar ignota y sembrando de mañana y luz una tierra que ahora se encoge como un animal herido.




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