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martes, 26 de noviembre de 2013

Ofensas e ideas. Una carta abierta, que queda serio, a una persona famosa.

Cuando alguien escribe una obviedad como esta, dos consideraciones acuden a la mente. Uno, Homer Simpson tenía razón, y las autopistas de la información, aun convertidas en atascos de sobredimensión del ego opinante que encoge cualquier hecho opinado, nos ofrecen tiempos fascinantes. Tenemos al alcance de un click lo que opina cualquier idiota. Y para corroborarlo, voy a seguir con mi entrada.

Vamos allá. Lo segundo que a uno se le ocurre es que una media verdad suele tener más apariencia de honestidad cazurra y desinteresada que un razonamiento algo más delicado. Cualquiera debe saber, a poco que se esfuerze, que la verdad o la mentira, la razón o la sinrazón de cualquier idea o proposición no depende de los sentimientos que despierte. Y que, por supuesto, que estés ofendido NO significa que NO tengas razón. Non sequitur, que podría alegar cualquier (pero absolutamente cualquiera, ¿eh?) sofista siglos antes de que la tecnología permitiera los arrebatos teóricos de cualquier celebrity.

Lo tercero que al ocioso se le ocurre es que una frase tan ladina parece sugerir un supuesto derecho a ofender...¿existe tal cosa? Por supuesto, existe el derecho a mantener una opinión y expresarla libremente, incluso si otros la encuentran ofensiva. El asunto se diluye cuando hablamos de ofensas gratuitas. ¿ Con qué sentido, por qué motivo? Personalmente, encuentro poco divertido el humor que se basa en la ofensa trivial y creo más que ofende más una verdad bien razonada que un exabrupto que desvía el tiro que pretende afinar. El humor tiene una base de hostilidad, pero reímos si está bien camuflada. Cuando sentimos que lo que debiera ser el contexto subyacente asumido pero no explícito sale a la superficie y se convierte en el chiste en sí, uno siente cierta repulsa instintiva. Algo que se podría resumir mejor en "a estos graciosos que convierten a alguien en un muñeco de pim-pam-pum, que les ría los chistes su puta madre".

Lo cuarto. No sé si el señor Gervais quiere ofender o quiere defender su derecho a la libre expresión. En cualquier caso, que su obviedad circule, que su fama allane el camino a su mensaje engañoso y nocivo me parece un buen resumen, por hoy, de como está el mundo. Con todo dios en tuiter siguiendo a los famosos y tomando cada perla de su compleja filosofía en un lugar común más asentado por la previa fama y popularidad. O la tirria que suscite. Con un mundo maleducado y áspero, donde la autenticidad se ha convertido en populachería barata. Y con este pobre idiota (y quinto) a estas horas, tirando esta apresurada botella al mar y suplicando inútilmente que su voz no se pierda, que a diferencia del resto del mundo...el sí tiene algo que decir.

Sexto. Me he venido arriba durante la escritura de esta entrada. Por favor, no lo tengáis muy en cuenta. Buenas noches.



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