que la nube de su cumbre frena. Desviadas, vacías
Quieren viajar en un mar ebrio de memoria espeso
Mas no se reconocen, y declinan entre las grietas frías.
Ciegas, las voces querrían hundir su vigoroso filo
Y aparejar cimientos entre islas cautivas, muy lejanas
Creando un mapa intrépido de son y de latidos
Para darnos un pico en el que quebrar la mar helada.
La realidad, sin embargo, es ajena y distante:
Donde ayer hubo olas, hoy solo cabe abismo
Y los objetos se diluyen, y las palabras caen
Desnudas y quebradas, sin vuelo, sin vigor ni brillo.
Dicen que el fin del mundo acabará estruendoso y feroz
En el fuego del odio o en el hielo del silencio. Labios sin alas.
Sin embargo, la corrosión del habla deshace las sendas de la voz
Para convertir la noche en una mar de gritos que ya no dicen nada.
Así sea, pues. Cabalguemos los días sin saber de los otros
Y alcemos los altares del yo en los salones muertos.
Es tarde ya, no queda nada a donde regresar
Y furtivos vocablos mutilados vuelan rabiosos
Coronados de un azul que los va destruyendo
Sin amor, luz, madre, paraíso, estertor, mar.
Tal perros perdidos y sufrientes que se alejan misteriosos
Odres brillantes que ya no lamentan perder su vino viejo.
Líquida, añorando alturas de encuentro profundo,
la verdad se desvanece entre miradas de humo.
Zongar Gelfmiun, " La buena gente de Bahariye"*
*Bahariye es un barrio de Estambul. En su libro, "Las aves del futuro" Gelfmiun escribió acerca de las grandezas y miserias de la capital del Imperio al que pertenecía. La traducción de la traducción, con sus rimas forzadas, es mía. Ruego que se perdonen sus imperfecciones y expresiones mas forzadas.
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