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martes, 1 de mayo de 2018

Reflexión psicológicamente penetrante del Uno de Mayo.

Hasta la polla. Este tiempo no hay quien lo aguante. Estamos en mayo y no me voy a quitar el sayo hasta el día del juicio. Todo el rato igual, viento, gotas de lluvia, abrigándome como si estuviera pasando la navidad en Laponia y en casa viendo las sombras mientras pasa el tiempo y no hay quien se atreva a salir para ver calles vacías salvo por un gilipollas dando vueltas para llegar a ningún sitio.

El sol se esconde. El tiempo pasa. La lluvia moja. Las rosas son rojas. Y aquí estamos, Dundalk y yo abrigados con una manta encima jugando al cinquillo, con un resfriado de cojones y esperando que la primavera pase mientras me doy cabezazos contra la pared. Que insoportable es la levedad del ser y la pesadez de los cumulonimbos. Trato de sobrevivir a la ventisca y al vacío, amigos, Recen por mí.




Posdata: Todo es broma. Todo, menos la primera frase.

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