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viernes, 16 de octubre de 2020

Apología del recuerdo. 16 de octubre

Vivimos los días esperando lo que nos cuenten, opinen, muestren. Las experiencias son cada vez más pasivas y el ser se rebela un tanto contra el nivel de reactividad de estar vivo en Occidente en estos tiempos raros. La opinión a discreción se impone como una forma de reaccionar a nuestra incapacidad de modificar el mundo y a la vez, es la actitud que la apuntala. La discusión es drama, y el drama lleva atrayéndonos desde hace mas de veinticinco siglos que llevamos sin conocernos del todo y queremos sabernos mejor. Me he decidido a usar una entrada de blog, que es gratis, para dar mi opinión, muy subjetiva y sin ninguna autoridad, sobre el peso de la púrpura y el anhelo de perfección.

La victoria de los Lakers en la temporada de la burbuja de la NBA ha conllevado de nuevo el recurrente debate de la primacía en el Universo baloncestístico, su majestad o el rey. He leído cosas interesantísimas (como ésta del gran Gonzalo Vázquez)  y aunque estoy de acuerdo en muchas cosas, discrepo en una de las premisas principales: creo que el problema de LeBron es que le hemos visto muchas veces como es y a Jordan siempre lo vimos como quisieron que le viéramos; su brillo impregnó nuestras retinas y nada podrá quitarnos esa lámina dorada de su silueta.

Se impone una profesión de fe o un rechazo del número en la danza aérea que es el baloncesto: como todos, estoy en un punto medio, pero personalmente defiendo el recuerdo y no me fío de las cataratas de cifras; el concepto de asistencia en una época de tiradores letales y dificultades defensivas se ha alejado del concepto de la "canasta fácil" y a nivel de superdotados, es relativamente común ver números exorbitantes y a la vez inflados. Sin ver un partido, las estadísticas no me ayudan, quizá porque mi conocimiento del juego es imperfecto. Necesito ver cada acción, un hilo conductor que me ayude a precisar si un jugador domina el partido o no. LeBron lo hace, sin duda. Creo que apabulla físicamente y es muy inteligente entendiendo el juego, pasa de maravilla y hace lo que debe hacer. No siempre fue así. El relato vital de Jordan no excluye dolorosas caídas, pero acabó reinando sobre ellas. LeBron unió sus talentos al de algunos de los mejores de la Liga ya consagrados en una conferencia depauperada y ha contado con el mejor interior del mundo en su equipo cuando se mudó al salvaje Oeste. 

Estoy empezando a ver una serie, "Brain games". Demuestra convincentemente que atributos como la atención o el recuerdo...son una ilusión. Nuestro cerebro está configurado para prestar atención a lo relevante y necesita ignorar mucha más información de la que recoge. Acepto el veredicto, pero lo uno a mi causa perdida. Un instante de misterio y el surgimiento del héroe nos arrastran más que la paciente recolección de méritos, por injusto que sea. Reivindico el rol imperfecto del recuerdo sobre la estadística avanzada para establecer un juicio . Me uno a Sócrates contra Platón en ello: el primero defendía que lo escrito siempre forma parte de una memoria incompleta. Lo subjetivo puede vencer a lo numeral, y a veces, en arte, en deporte, en la sensación que acecha, debe; quien se esfuerza en demostrar una jerarquía en campos ambiguos...trata de venderte algo.

Al final, de eso se trata todo esto. De vender, agitar, lanzar opiniones para que reboten en una cámara de eco. Pero no estamos aquí siempre para juzgar. Hoy es el aniversario de la muerte de Andrés Montes y nos recuerda una vez más que estamos persiguiendo la felicidad y la vida puede ser maravillosa. Un ocaso anaranjado emergía de los edificios mientras el río se encrespaba por el viento, lanzando sus olas hacia un futuro recuerdo envuelto en noche y ternura.




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