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lunes, 11 de enero de 2021

Los Simpson.11/01/21.

 Me han acompañado una porción importante de la vida. Gracias a ellos comprendí el valor de las teorías. En teoría, funciona hasta el comunismo. En teoría. He sabido que por mucho dinero que alguien tenga, hay cosas que nunca podrá comprar, como dinosaurios y he comprado un yogulado maldito. 

En Springfield hay una comunidad excéntrica y entrañable que evoca un mundo más habitable, porque no hay memoria para el rencor y sus habitantes actúan de buena fe. A veces pretenden linchamientos, hasta que se dan cuenta de que ese comunista no es comunista: podrá ser un borracho, jugador y vago, un comunista, pero no es actor porno. Los candidatos a la presidencia van de la mano porque en cualquier caso el planeta ya está condenado y el actor secundario Bob ve interrumpidos sus recurrentes planes homicidas a causa de su temperamento artístico. Hay desidia, celos, pereza y malos ejemplos, pero quedan el bar de Moe y la tienda de comics, el colegio y la iglesia. El abuelo puede ser irritante pero tiene un corazón puro. Hank Scorpio es un malvado, pero no le gustan las formalidades. Las caricaturas son parte de nosotros y siempre hay una declaración de principios en el humor de la serie: uno debe ser valorado por lo mejor que es capaz de dar. Tampoco me parece un humor dócil. Tratan con acidez los azotes que desgastan el mundo occidental moderno. Le estupidez, el rencor, el ansia de lo nuevo y el podre del dinero son criticados en chistes eficaces que evitan la complicidad del emisor y el espectador contra un tercero para excluirse y sentirse elevados en el pedestal de los que siempre eligen el lado de los buenos (que suele ser la mayoría).

La familia es el eje sobre el que todo gira. Sus desencuentros, ayuda, peleas y reconciliaciones suelen enhebrar la mayoría de los capítulos. A través de su envidiable presente, la familia resiste y los días pasan, mientras a Springfield llega el monorraíl, el señor Burns trata de suprimir a su viejo enemigo el Sol o Moe recibe bromas en su teléfono fijo. 

Estoy viendo la última temporada estos días. Tras unos añitos sin saber de ellos pensaba que estarían acartonados, secos. Me ha sorprendido gratamente verlos en plena forma, haciendo de un poco de locura la mejor forma de afrontar con pasión esta breve etapa que llamamos vida. En la isla esmeralda la noche cae pronto desde un cielo que estos días no ofrece libertad y esperanza. Se agradece cada pequeño motivo para que la vida merezca la pena y dé unos minutos de alegría y paz. Me pregunto si en los años que vienen, la mirada limpia sobre el otro, por más defectos que tenga, será posible en nuestro mundo de color carne. Hemos sembrado bastante rencor y sospechas para querer ser mejores que los otros. La lluvia se posa en el cristal de mi balcón como un reflejo cansado de un lugar donde todos quieren ser escuchados, pero todos hablan porque tienen cosas muy importantes que decir. Y qué queréis que os diga: hay cosas que no pueden funcionar, ni siquiera en la teoría.





Dios bendiga a Los Simpsons y a la gente que los acompaña.

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