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miércoles, 30 de marzo de 2022
La democrasia (marca registrada). 30/03
domingo, 27 de marzo de 2022
La muerte del mundo.27 de marzo.
Me parece que vivimos una era basada en la sospecha y la fragmentación. Todo tiene un significado oculto y perverso; lo real se considera frágil, pasajero. No queda mucho espacio para la admiración ni el propósito de emulación. Quizá lo más terrible es que la belleza se ha convertido en otro signo de designios oscuros...ella, que se basta a sí misma o perece.
Acaso el arte cree vida. A mi entender, es bastante obvio que no hay en la actualidad en la creación un gran propósito de perdurabilidad, de arrojar puntas de lanza al estanque del tiempo. Por supuesto, está el ego del artista, que como los otros, forman el presente implacable que asfixia el día. Pretende a la vez perpetuarse y crear un impacto ya, súbitamente. Me temo que la labor profunda de la hora es cavar la trinchera del año y después entregar lo creado en un altar indiferente para que decida si será olvidado ya mismo o solo un poco más tarde.
En fin, que divago. Escribo esta entrada porque he leído unas pocas novelas con el tema común de un futuro distópico, sucio y siniestro. Y que queréis que os diga: pudiera pasar. El mundo es agrio y su voluntad terrible. No obstante, lo que leo no es la muerte del mundo. Es la muerte de la novela como artefacto para crear nuevas visiones del mismo. Ya no parece haber voluntad de erigir historias que se confundan con la vida, sino una suerte de emociones primarias y enajenadas de la realidad para que creamos que producir una reacción es tener algo que contar. Supongo que pasa en todas las artes y se va infiltrando en las mentalidades. La idea de que apenas puedes confiar en nadie es la que va disolviendo el mundo mientras las ficciones tratan de edificios derruidos y carreteras solitarias donde hay algunos cadáveres al sol de cuando en cuando. La idea de que solo tú sobrevivirás, que eres especial y que llegarás donde nadie más puede es el truco pueril que tratan de implantar en todos nosotros.
Hoy luce un sol amigo y la gente trata de salir adelante. No puedo negar que existen el miedo y el odio. Pero deseo creer que no hay que temer ni odiar sino al rencor y al temor mismo. Las gaviotas surcan circulares el lienzo azul de un cielo despejado y vamos despertando. Puede haber algo más. Tenemos que creer que la belleza y la verdad, que en ocasiones son lo mismo, existen. Solo así lograremos salir de la soledad mental en la que el fin del mundo nos desea recluir.
sábado, 19 de marzo de 2022
El hombre que mató al Cholerón. 19.03.22.
martes, 15 de marzo de 2022
El holandés errante en la barra del pub. Vísperas de San Patricio, 2022.
yo también lo hacía, cuando lo era.
He olvidado el sabor de vuestro trato.
Mientras moja la luna las vidrieras paganas,
escucha mi semblanza y ponme un trago,
la noche es suave y la mañana
herirá de nuevo con su filo pausado.
Sabe solo que desafié la tormenta
y una venganza alzó contra mi nombre
la furia despechada del infinito insomne
desde su eternidad sombría y macilenta.
Nada se supo entonces. Nada había.
La providencia en su trono vacío
Ordeno con voz ronca mi suplicio
Ciñendo su rencor de mirada sombría
Y su condena, Él la pronuncia exangüe
Para que el Universo la reitere infinita
Y así tornar por siempre mi deriva maldita
Acompañada lúgubre por estelas de sangre.
Decís que pacte con Satán
mi siniestro triunfo de la espuma
y que algún día he de volver a atravesar
a abrir la puerta del infierno oscura.
Decís que no puedo anclar,
¿Quien, atrevido se postula
a afirmarme al mar inmenso atado?.
Otro ya dijo que el amor desata
mis maldiciones y mis desencantos.
Decís, decís, decís… sois tan sumisos
a una existencia que desgasta y apaga
el fuego de los sueños ya perdidos
en espurios precio de traición aciaga
de lo que pudimos ser en lo que fuimos...
Mas no creáis que deploro el destino
que la obra maestra de un tirano sin paz
ha hecho de la espuma mi camino
de la insolencia mi hogar de libertad.
y de vuestro miedo mi imposible olvido.
Narran mis hechos en las noches muertas
de costas en recodos intranquilos
mi voz aventa sus naufragios, cuentan,
mi nombre usan para aterrar sus niños.
En las campanas desgastadas de los ojos de ayer
Y en la prédica trémula de responsos sin nombre
Ellos alzan en el puerto sus brazos de bronce
Creen negarme valientes y aliviar su sed.
Otros buscan en afiladas teogonías
Las pruebas de mi debilidad inevitable
Por oponerme al ser creador piensan
Que mi poder es lejano, simple, inane.
Pero aquí estoy hoy. Suple mi falta
un veterano cormorán en la cubierta
y acarrean los duros aparejos
los fantasmas solitarios que mi imaginación despierta.
A un fantasma bravío aferrado
de mar y soledad pueblo mis días
y en el yunque del tiempo encadenado
agito y domeño sus porfías.
Las noches de galerna es mi figura
quien ahoga al condenado tripulante
y mis ojos se asoman a su usura
suplicando aterrados el salvador instante.
Son los pecios naufragados mi corona
y las almas perdidas mis dominios;
en las noches calmadas un aroma
de inquietud adorna mis hastíos.
Amo la voz crujiente de las velas,
Gozo el audaz encanto del abismo.
Cuando vomitan las nubes de alquitrán
Su vórtice de aliento de fuego en la tormenta
Es mi furia resonante la que castiga al mar
Y el trueno restallando mi carcajada fiera.
Ni temo beber el cáliz que he ganado
ni muero por saber que pasará,
en el murmullo de su eco atormentado,
sé que lentamente él también morirá...
¡Si, Dios, tú, quien nos creaste
a imagen y semejanza de tus vicios!
Tu dormirás la larga noche
cuando tu humanidad te haya perdido.
Y cuando la luna haya envejecido
y en el risco afilado ruja el viento,
tu mirada caerá, sin luz y sin más brío
¡pues tú, su Dios, ya no tendrás más siervos!
Y libre al fin, libre de rencor y culpa
las olas romperán contra ese cielo
vacío de ofrendas, eterno ya sin dudas
y mi barco seguirá surcando el yerto
paraje desolado de tu triste tumba...
La luz de la aurora colorea las vidrieras
Y en la barra mojada quedamos tú y mi espectro.
Se hará de día en breve y la lluvia golpea
Me iré pronto, tras apurar el trago incierto,
a azotar en su espalda a la marea.
sábado, 12 de marzo de 2022
Grietas de luz. Doce de marzo, 2022
Hoy el día amaneció luminoso. Un cielo diáfano transportaba leves nubes blancas que se rompían en su manto azul. El viento y el tiempo han ido trayendo una capa grisácea que ahora envuelve la ciudad. No hay mucha vida afuera. Los brillos metálicos apagados de las grúas y el cemento añaden pesadumbre a la hora. Los cristales reflejan la quietud y pasan las aves apresuradas hacia el canal, planeando en espirales que las van alejando. Puede que llueva. La calle es un rumor sordo que mezcla lo que acoge.
Me parece que hay en todas las ciudades y en todas las vidas puntos de equilibrio que necesitamos entre la novedad y la rutina. La rutina nos hace salir a buscarlos, contemplar algo distinto en el mismo paseo. Cuando la novedad excede, encontrar el punto de anclaje en esa sorpresa súbita. Se trata de una dosis de vida que reparte lo que permanece y lo que debe terminar. Ay, todo lo que acaba acaba antes de que lo sepamos comprender.
Me gusta imaginar esos lugares como grietas en el tejido de la realidad que emiten una luz cegadora que solo uno puede ver, pues para cada cual son diferentes. Pertenecen a los solitarios, los que buscan, los que están cansados. Ofrecen una epifanía de la realidad que buscamos y que no podemos soportar más que en pequeñas dosis. Son resquicios misteriosos. Dan a otro mundo que vive en este pero está escondido, más armónico, vibrante, emocionante, real. Pues la realidad se aparece como una comprensión última de las cosas, que están rotas tal como las vemos y forman parte de un mismo tapiz de eternidad en el que cobran sentido. En fin, así me gusta verlo. Sé que tú también lo has sentido. Momentos en los que todo parece estar bien y uno sabe que está viviendo un momento en el que todo parece estar bien. En el cuarto con la chimenea, en un paseo por calles fatigadas, en rincones coquetos y silenciosos. Hay lugares que resplandecen y te hacen brillar por dentro y que nadie más vera salvo tú.
Vuelvo la vista a mi ventana. La luz aguarda, derramada gris sobre un cauce dormido. Las nubes pasan, masa sin forma que cubre la cúpula del cielo. Otro día más, con angustia y dolor, con tambores de guerra. Otro momento para recoger los pedazos y hacer una forma con ellos que sostener contra la vida, el tiempo, el abandono. Porque no todo es soledad o ruido. Porque hay grietas de luz y tesoros esperando para dar armonía a su pasión fatigada... ¿O no es acaso un momento de plenitud suficiente para toda una vida?