Cuando duerme la luz en el ocaso quieto,
Contra el indolente hueco de cualquier rincón triste.
Y uno...uno no sabe si hay un eco inaudible:
Las presencias que acarrea el corazón sabrán hacerse forma
Y mirarán como las recordábamos desde su tenue sombra.
Nos verán al ocaso desde la puerta en calma
Desvaneciendo lentos esa flor que aún nos llama,
Desde el cristal que tiembla por otro breve encuentro
Que en un abrazo alumbre lágrimas de recuerdo.
Que extraña es esa aurora que convoca el silencio.
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