¿Abunda, o me lo parece a mí, la gente que acostumbra a hablar de lo que le rodea como un vertedero para darse lustre por comparación? Puede que lo exagere, pero el egotismo de la época parece tan asfixiante que requiere flores que nazcan de la basura, héroes que son víctimas (pues la víctima es el tipo heroico, hoy) de un entorno abyecto que realza la figura de quien estuvo inmerso en él. En fin, si bien lo piensas, es lo más antiguo del mundo.
No deja de ser demasiado humana la necesidad de sentir algo valioso y perdurable en un entorno que gira alrededor de un olvido pertinaz y constante. Lo que me sorprende es lo fácilmente que hemos desechado la necesidad de algo hermoso, trascendente, elevado por encima de las palabras. Lo reemplazable y el reciclaje de experiencias han sustituido la verdad. Nunca fue tan hermosa la basura, ya se ha dicho. Supongo que la necesidad de la belleza se troca hoy en varias formas; la necesidad de ser admirado como la obra propia, por ejemplo. El narcisismo siempre ofrece atajos. Pero es simple chatarra: uno siempre elige.
Una tarea que haría la vida más amable sería tratar de encontrar un lugar en el mundo. Inefable y vasto, un lugar personal e irrepetible, aunque sea el más común de la tierra. Lo reconoceremos porque las palabras no serán capaces de definirlo o afrontarlo. Nada puede ser dicho de lo que despierta una emoción que parece recordarnos que hay algo en nosotros que escapa a la prisión de todos los días. Y no importa en absoluto.
Antes, salí a dar un paseo alrededor del curso del río. El cielo incendiado que antes del ocaso presagia el augurio de un nuevo principio recortaba los mástiles del navío antiguo, las grúas, los edificios grises y la masa deshecha de nubes. Mientras veía las aguas refulgir de oro, pensaba en la luz, la prodigiosa obra de la naturaleza, el despertar de la conciencia cuando vemos algo que no se sabe definir pero vibra una cuerda más allá del pensamiento y del sentimiento mismo. Un lugar en el mundo, quizá unos pocos. Acaso eso baste para una breve, precaria y buena vida humana.
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