El mundo, que lugar. He leído el otro día que "expertos" (en ser expertos, en algo) recomiendan dormir sin bragas (a las mujeres, se entiende). Ni siquiera el cebo gigante llama ya la atención. En un mundo complejo, se ha acuñado ya una categoría de expertos de los que echar mano para un rato y un descosido. No hay tema que se resista ni interpretación novedosa que no se apuntale. El prestigio del charlatán es la celebridad que logra acumular.
Lo que me llama la atención es el divorcio entre el experto y sus credenciales, la forma en la que se separa el consejo de su consecuencia y al experto de su experiencia. Sin desear ser (muy) malpensado, uno podría conjeturar que la masa ingente de papelajos en forma de títulos y diplomas en chorradas crea una oferta que necesita estimular su demanda. A continuación, el tema sale a la luz de una sociedad tediosa y en busca de cualquier novedad y finalmente el cambalache junta al burro y al gran profesor en la categoría del experto, sin dar más detalles, ni contexto, ni proceso racional que ayude a entender la conclusión. El argumento de autoridad debe servir para una población desinteresada. Lo de dormir con o sin ropa interior es solo una forma de ganar accesos a un enlace, claro. Lo sustancial es, a mi juicio, que una sociedad que delega el proceso deliberativo en manos de quienes lo acaparan para su propio beneficio de marca personal avanza un paso más hacia el autoritarismo. Hemos dejado ya de preguntarnos por qué y y tú cómo lo sabes. Ahora nos refugiamos en un el otro día oí, la radio ha dicho. El verdadero experto contrastado puede aportar su experiencia y razonamientos, su lucidez para elevarnos a todos. El impostor trata de invadir y asolar esferas de soberanía privada.
En fin, que no sé si hay que dormir de lado, de frente, con pijama o desnuda. Uno pensaría que depende y que como noticia no hay mucha historia en ello. Pero quien sabe. Las oleadas de gente que desea hacerse un sitio arreglándonos (cumplimentando) nuestra vida no cesan. Justa retribución a una ciudadanía que permite que piensen por ella. A la que nunca usó bragas las costuras le hacen llagas, dice el refrán. No obstante, quizá sea mejor una llaga de autonomía que muchas vendas de prescripciones basadas en cualquiera que se presenta en público como experto. Dios, cuanto odio. La noche cae temprana y el rumor de la vida se hace tenue mientras se acercan lentamente la soledad y el frío. Duerma usted sin bragas. Duerma usted con ellas. Lea lo que quiera y decida lo que desee. Pero por Dios, hágalo usted. No deje que ningún experto en su materia porque su materia requiere de expertos le pille con la guardia baja, confuso, sin ganas ni motivos y en un lugar común, a estas alturas y en bragas.
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