El mundo ha devenido en un supermercado y el ciudadano del ágora en el consumidor del centro comercial. No es novedoso. Y sin embargo, no se acostumbra uno a caminar las calles desiertas para encontrar populosidad en pasillos que conectan tiendas que ofrecen gangas que prometen placeres que alejan incertidumbres que permiten no pensar demasiado. Supongo que es inútil observar las resonancias siniestras de los caminos prefijados de Ikea, o el consumo vacuo de experiencias que parecemos necesitar para llenar nuestra vida de un sentido que no llega.
En La corrosión del carácter, Richard Sennett reflexiona sobre esta nueva dinámica de forma aguda. El propio título define esa corrosión de la inmediatez, la inestabilidad, el riesgo y la amenaza y conciencia de nuestra falta de individualidad; sentir que no somos nadie, nadie diferente a los otros. Es el mismo enemigo de ayer, la Historia, que mira indiferente el devenir de sus hijos. Una deriva formada de restos del naufragio que se acoplan de forma procaz sobre un remolino que sumerge lo que desea y regurgita al azar sus despojos de nuevo. Resonancias sardónicas. Las primeras fábricas organizaban su labor de tal manera que sus trabajadores vivían en sus instalaciones, perdiendo su autonomía en su jornal. Las basílicas eran mercados antes de que los cristianos las convirtieran en sus templos. Quizá hubo un momento en el que fue posible huir. Hoy, los conceptos y las abstracciones estrangulan. Y para olvidarlo, consumimos, sobreconsumimos, hiperconsumimos, y pasamos miedo. No habrá descanso para los inadaptados. Y adaptarse requiere una disposición inhumana. Pero los náufragos vagamos por los escaparates, primates en paraísos artificiales. Afuera de la tienda y de las oficinas, reina un sol de febrero sobre las tapias descarnadas y gatos tiesos de hombros se agitan en una brisa molesta que a nadie despeina. Creo que van pensando lo mismo que las familias de ojos cansados que me cruzo con las bolsas pesadas de la compra, ¿por qué no nos rebelamos?
Estas visiones de la narrativa, a veces llamadas “posmodernas”, reflejan, en efecto, la experiencia del tiempo en la moderna economía política. Un yo maleable, un collage de fragmentos que no cesa de devenir, siempre abierto a nuevas experiencias; éstas son precisamente las condiciones psicológicas apropiadas para la experiencia de trabajo a corto plazo, las instituciones flexibles y el riesgo constante.
Richard Sennett, "La corrosión del carácter"
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