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sábado, 21 de octubre de 2017

21/10/2017. Un día triste

Hoy es un día triste; el del fracaso de la concordia civil. No sé a donde llevará esto. La historia está llena de venganzas crueles contra quienes trataron de domarla para sus intereses. No creo que haya inocentes en esta historia, como no hay caballeros en la isla del acertijo. Pero sé que las víctimas seremos la mayoría, que no queríamos que se llegara a esto. Pactamos con el silencio por no empeorar nada, y quizá debimos gritar.

Nunca es demasiado tarde para la Historia con mayúsculas, que se repone a todo, para las masas roncas, que olvidan presto. Ni para los grandes hombres, que pronuncian grandes palabras para su pequeño coro de convencidos y una masa general que simpatiza vagamente con afectos arbitrarios pero prioriza el pan y la sal, el afecto diario, las pasiones que alejan las certezas de la enfermedad y la muerte. Pero en los intersticios de la Historia habita la intrahistoria, la de esos que sufren y se agitan y mueren sin haberse librado del sabor amargo. El prestigio cultural de la revolución, la épica banal de la violencia y el obsceno masaje del individuo dirigido masivamente a la muchedumbre alienada nos lo hace olvidar pronto. Pero nunca hay salida una vez que el orgullo se alza y así nos encontrarán, con el puño crispado y la voz ronca, porque teníamos un manantial de agua fresca pero queríamos el del jardín de Edén, primordial y exclusivo.

Detesto el nacionalismo, y si es antiespañol criticar la labor del gobierno y el partido que lo sustenta hacia Cataluña durante lustros, pónganme en la lista.  Pero supongo que estaba demasiado ocupado tratando de ser feliz, ignorando los tambores de batalla. Y no veo una forma en la que esto pueda terminar bien. Es una lucha a garrotazos que prende en la visión mágica de la desaparición del otro, o su humillación. Adiós Cataluña, adeu Espanya. Por favor, que la Unión Europea nos salve. Aunque, visto lo visto, quizá debiera pedírselo a la virgen de los desamparados. Al fin y al cabo, la vida es demasiado corta y nosotros muy frágiles como para remediarlo.

Dundalk ha visto ojos arder como meteoros antes y multitudes entregadas al odio. Gira la cabeza y mira hacia las entrañas de un futuro hacia el que no quiero ir.

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