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martes, 10 de octubre de 2017

En la ardiente oscuridad.

No sé donde está el Norte, cuanto es una hora, que el atardecer. Olvido los rasgos y perfiles en medio de la noche que, como la sonrisa terrible de un ángel, no permite apartar la mirada. Caídos, despojados. Antes los oía más a menudo, hoy pasan momentos de abrumador silencio en esta pez viscosa que atrapa. En toda vida, en cada historia, hay un punto de tensión irresistible que crea algo nuevo a partir de lo dañado. Ahí  crecen las flores de los infinitos jardines que se bifurcan, con todas las posibilidades para todo, para siempre, como una fruta jugosa. Y eso me protege de la locura. Porque mis manos son pesadas y su tacto me enerva y floto en esta ardiente oscuridad esperando una llama que me muestre un verdadero encuentro y haga florecer el tiempo hoy denegado en el mar invariable del presente. Mi garganta se quiebra como las jarras de barro, con un crujido sostenido, y me pregunto si alguien me oirá, como yo oigo a otros. A veces quiero imaginar un arroyo de donde mane un agua fresca que apartará las tinieblas en un gozo sin nombre y la voz podrá ser de nuevo, y la lanzaremos al vacío insomne, y caeremos con esperanza, y encontraremos todas las respuestas.

Musito palabras que se abstendrán de nombrar el mundo que existe y que yo ya no veo. Sé que hay puertas a mi alrededor, y si lograra llegar a ellas, una luz inundaría mis labios y encontraría una respuesta. Pero en esta sombra, aquí solo han quedado las fieras y sus fauces hambrientas.

Pero lo que me parece deplorable es que veo a unos idólatras tan necios como
insensatos que imitan la excelencia del culto de Egipto; y buscan la divinidad, de la que
no tienen conocimiento alguno, en los excrementos de cosas muertas e inanimadas; y
con todo eso, no sólo se mofan de aquellos divinos y sensatos cultores, sino también de
nosotros… y, peor aún, con ello exultan, al ver que sus absurdos ritos gozan de tan
elevada reputación…


 –No te inquietes por eso, ¡oh, Momo! –dijo Isis–, porque el hado ha
establecido que las tinieblas y la luz se alternen.

 –Pero lo malo –respondió Momo– es
que se han convencido de que están en la luz.”


Giordano Bruno, Spaccio della bestia trionfante, 3



Dundalk mira cansado las filas de coches aparcados para buscar el cielo en la esquina de enfrente y siente indulgencia por esas extrañas criaturas, los hombres condenados a morir, en sus estallidos de ausencia y busca de un sentido que huye entre el humo de las chimeneas.

1 comentario:

  1. El tránsito de la sociedad industrial a la tecnologica, creo, es la causante de esa "ardiente oscuridad", pero aún nos quedan caminos azules y cielos plateados donde navegar y dejar el lastre de los años sin raices para, asi, surcar y descubrir los nuevos mares.

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