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lunes, 20 de agosto de 2018

20 de Agosto, 2018. En otro tiempo.




Quizá el tiempo sea cíclico, como pensaron algunos misticismos abstrusos. En ese caso, con pequeñas variaciones, supongamos, yo escribo algo, que puede ser un tratado absurdo de buenas costumbres o un manifiesto. Quizá tú, que lees, llegas a mí y no hay ordenador ni ruido, solo la paz raquítica de un monasterio en el que no se adora a un crucificado, sino a algún otro Mesías al que nuestra historia arrinconó. Y eres mi amante y mi asesino, mi nieta y mi ancestro, has llegado a tu reino o has caído tiempo atrás. Quizá compartamos un latido primordial que nació antes de que el tiempo existiera.

Mas allá de divagaciones esotéricas, casi asusta y estimula mucho pensar todas las causas que ponemos en marcha continuamente; si tuviésemos una intuición más precisa de las cadenas causales, poco de lo que pasa nos sorprendería. Hay otro asunto, sin embargo, que me resulta más impredecible: la ductilidad del ser humano para amoldarse a las circunstancias y reaccionar a impulsos mínimos que pueden marcarlo para una vida. Es en ese sentido que merecemos compasión. No solo somos vulnerables al mínimo suspiro del entorno, al aburrimiento de los átomos que se cansan de ser tú o a la erosión incansable del día. También somos capaces de acuñar las monedas más variadas, de la nobleza mas alta a la abyección extrema, y quizás hace falta muy poco para caer en una pendiente u otra. Por eso la mayoría de los mártires hubieran podido ser verdugos.

Ahora me lees, quizá algo aburrido, mientras la noche se apodera del cielo. Quizá en otro lugar, o en un futuro lejano o en un pasado no tan remoto, yo te leí llamadas a una cruzada, una compra de ganado en Sumeria o una frase obscena en un muro de una pequeña ciudad de provincias romana. Puede que en un futuro lea tus órdenes en la cabina de mando de una nave que surca el vacío espantoso entre las estrellas frías. Quizá, sin más, el tiempo sea el inserto de nuestra mente para que podamos soportar la abrumadora idea de la eternidad. Y nos volveremos a ver y entonces encontraremos todas las respuestas.

Dundalk sabe que no sabía de que escribir así que me he puesto con lo que se me ocurrió de primeras. Bajo una fina capa de lluvia, languidece y también desea otro tiempo mejor.

1 comentario:

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