Darse cuenta de que cada mañana y cada paso es distinto no es fácil . La lucidez exige atención como cielo profundo la alondra para desplegar su canto. Lleva tiempo diferenciar una hora de la siguiente y lo que nos pasa, pero es necesario para llegar a la vida, me parece. El poeta pedía que la intelijencia le diera el nombre exacto de las cosas. Quizá nosotros debamos pedir entre la confusión de los días que pasan y la monotonía de su acorde tonos fugaces de optimismo, vitalidad, diferencia. Pues tal es la naturaleza del tiempo: expandirse cuando se iguala para desaparecer luego de nuestra memoria o acortarse en los momentos múltiples y amenos para ganar solidez y color en un futuro cuando se aposente en el recuerdo.
Como la vida es materia de la deriva y no destino de un viaje cierto, las singladuras atraen; las coordenadas ofrecen la imaginación de la completitud, un descansar sin tiempo tras la consecución de los planes y la paz que deja la victoria sobre las trabas. Sin embargo, esa aspiración encierra un veneno sutil: subordinar lo que hoy soy, siento y disfruto a lo que seré mañana, al igual que mi hoy esta sepultando mi ayer y lo que de bueno trajo. Ay, los remordimientos son inmunes a esa poción y se deslizan por la ponzoña. ¿Por qué no añadirles, entonces, la visión de los humildes logros que hemos merecido, los lograsemos al final o no? ¿ Por qué no hacer las paces con el pasado sin dejar que estorbe la solicitud que cada segundo requiere de nosotros?
Quizá no saber apreciar esto denota cierta carencia de un sentido, como quien no pregunta si hay una fuerza que despojó de la entraña del ser al tiempo para que este se esparciera y acabara conteniendo todo e incluir su propio origen en su seno inconcebible. Pero esto son divagaciones que la tarde trae con el reposo y la duda. Al final, un leve roce basta para que, consciente o no, ese cuerpo se abra "en una interrogación vuelta a las nubes". No recibimos respuestas de nombre claro, pero si impulsos de anhelo, rabia, abandono o dulzura. Quizá la diferencia definitiva para vivir bien sea desentrañar esa difícil madeja y separar la urgencia del animal y la duda del espíritu. Y después, elegir sabiamente.
Al fin y al cabo, escribir y hablar se ha vuelto tan fácil que las palabras se han vuelto calderilla y no nos da más que para pagar la factura ruinosa de lo actual, lo momentáneo, lo que nunca se queda.Pero a veces es sencillo. Camina, abre los ojos y aprópiate de lo que la vida ofrece con la avaricia de un infeliz. Cada día trae una nueva sed y aunque no sea de nadie, haz que sea para ti.
Solo para ti la aurora guarda el aroma del pan y la fragancia furtiva de las magnolias. Para ti resbala el lucero del alba en su prisión de azul. Para ti la luz recorre de nuevo las ramas y los charcos. Se despierta como un recluta antes de la batalla, melindrosa y esquiva, pero llega a ti. Dundalk, como el resto de la tierra se viste para otro día y en las redes de la madrugada deja escondidas todas las posibilidades que llegarán a ti. Que la playa que las reciba sea límpida o una tempestad azotando el acantilado, no podemos saberlo. Encamínate hacia donde quiera que tu pasión te lleve y que el viento, que siempre sopla donde quiere, te alce hoy con un renovado aliento.
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