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jueves, 10 de octubre de 2019

10 de Octubre. Pagliacci.

Un hombre va al médico. Le cuenta que está deprimido. Le dice que la vida le parece dura y cruel. Dice que se siente muy solo en este mundo lleno de amenazas donde lo que nos espera es vago e incierto. El doctor le responde 'El tratamiento es sencillo. El gran payaso Pagliacci se encuentra esta noche en la ciudad. Vaya a verlo. Eso lo animará'. El hombre se echa a llorar y le dice "Pero, doctor... yo soy Pagliacci".





Fui a ver "Joker" ayer por la noche. Ni quiero ni podría hacer una critica, ese arte de dar una opinión nimia sobre un proceso del que se carece de conocimiento. Solo puedo decir si algo me gusta o no, sin más. Y me gustó mucho. No me interesa mucho el mundo de superhéroes y cómics que nos devuelven el espejo de una sociedad aniñada y asustadiza.Pero hay algunas de ellas que si me llaman la atención y, a pesar de que esta no lo hacía en exceso, finalmente me animé.

La película muestra con detalle y sin escatimar detalles patéticos el proceso de derrumbe de un alma pura en un mundo despiadado. Al tomar partido por el marginado, el golpeado, se arrastra hacia un terreno metafórico que creo que la beneficia. Todos hieren, como dice la canción, y todos somos heridos. Pero en una ficción que referencia un escenario fijado y también ficticio, la exageración se redime por el efecto. Aquí, Gotham es el terreno de una batalla ideológica que, para su pesar, aflige al mundo moderno, el dominio y la inclusión, el rencor y la bondad. Las calles parecen ser islas de extranjeros de sí mismos que solo se encuentran en el terror al distinto, un terror que viene desde el seno del tiempo hasta hoy con su mismo fulgor. En ese sentido, "el bromas" (manda cojones con algunas traducciones) es un producto creado por su propia época para modificarla junto con un ejército desesperado. 

No me parece que sea una película con una carga política muy acusada, sin embargo. No considero que Gotham se parezca al mundo que vivimos, aunque quizá se asemeje al que queremos crear para aliviarnos de nuestras mezquindades cotidianas. Y también existe una división acusada entre bandos ariscos que hieren a quien querría darse a todos, poder hacer reír y así unir lo que el odio quiebra. Más allá, no encuentro ideología: la historia de un hombre siempre es, le guste o no, la historia de su libertad. Lo que ocurre es que el personaje, como Don Quijote, mueve a lástima a quien le ve de lejos porque de cerca nadie repara en él y se hunde en la frustración de tantos que han dado fruto de amor a la vida y sienten que esa fruta se agosta mientras llega el otoño. Ha dado amor y ha recibido desprecio; buscó un abrazo y encontró humillación.La tragedia quizá sea pasar de amar la vida a celebrar el caos destructivo, y la comedia saber que en el fondo acaban siendo lo mismo. En cierto sentido, Joker recuerda al Calígula de Camus más amoral y lúcido

Vivo, mato, ejerzo el poder delirante del destructor, comparado con el cual, el del creador parece una parodia. Esa insoportable liberación, este universal desprecio, la sangre, el odio a mi alrededor, este aislamiento sin igual del hombre que tiene toda su vida bajo su mirada, la alegría del asesino impune, esa lógica implacable que tritura vidas humanas…

Como pasa con la mayoría de las obras de arte hoy en día, hay poca esperanza en ella, es oscurísima, aterradora. Pero necesitamos luz. Entiendo que hacer una película sobre "Guasón" no procura mucha libertad a la trama. Y sin embargo, no es Travis, el taxista. Creo que "Taxi driver", a la que se parece bastante, se aproxima más a la amalgama de paranoia, frustraciones concretas, incapacidad de aprovechar las oportunidades y desgaste diario que van poniendo a alguien al límite. Aquí se trata de justificar al que es leyenda para aliviar la pesarosa intuición de que el mal puede ser banal, estúpido. Sin ningún sentido. No creo que sea cierto que no se pueda elegir, que haya que ceder o que la sociedad sea culpable de lo que uno hace. Pero, de nuevo, creo que la carga metafórica permite sortear ese escollo en Gotham que no funcionaría en Londres o Gijón. En cualquier caso, siempre es oportuno recordar que la línea del bien y del mal atraviesa y tiembla en cada corazón humano.

Dundalk se va durmiendo. No es el silencio lo que asusta, sino el dolor callado de los que no saben que salida para respirar encontrar y se sienten seducidos por el rumor del desconcierto cruel que propaga la noche en una risa sardónica.

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