En estos tiempos de Coronavirus e información desatada, he recordado esta novela que me hizo pasar muy gratos momentos. Creo conveniente recomendarla, lanzando esta entrada como una botella al océano.
Connie Willis se inscribe en la serie de estupendas escritoras anglosajonas de fantasía y ciencia ficción. Otras son Ursula K. Le Guin, May Gentle o la más famosa y en mi opinión la peor de todas (sin demérito, el nivel es alto), Margaret Atwood.
Esta historia trata acerca de un futuro cercano en el que un grupo de investigadores logran mandar viajeros en el tiempo. El equipo decide mandar a una joven a la Inglaterra de la peste negra. Ay, pero cuando ella llega a ese tiempo de peligro infinito, una pandemia se desata en el mundo del que proviene y queda atrapada en el siglo XIV, donde la gente la toma por un ángel enviado para evitar el juicio final.
Como las buenas novelas históricas, detalla el mundo al que la estudiante accede para lograr una recreación más realista. Como las buenas de ciencia ficción, describe el mundo de pasado mañana sin exceso de especulaciones y sin quebrar su funcionamiento interno por querer epatar con luminosas invenciones. La trama favorece inevitablemente a la historia que acontece en la Edad Media, pero la del futuro está hábilmente engarzada para sostener la otra y sin perder el interés. Su subtexto es inteligente y sensato. La historia humana es la historia de los miedos de la humanidad y los sentimientos primarios que despiertan.El espíritu que nos forma está acechado continuamente por la pérdida, pero es indomable y adaptativo incluso en las mayores desgracias.
Muy recomendable. Leer es, como la música, una forma misteriosa del tiempo. Recuerdo vivir la historia contada en esta estimable novela con temblor y sosiego, disfrutando de la imaginación puesta en marcha por su apreciable inventiva. Los personajes son algo planos, pero se trataba de dar prioridad a la trama. Y en fin, la recomiendo, aunque quizá estos días no sea el tema más agradable. Pero la ficción también existe para exorcizar nuestros temores y traernos fuerza.
Dundalk se rezaga en una noche ventosa de donde el pasado trae canciones que nunca se perdieron, para alborozo e inquietud de las sombras que la habitan.
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