Translate

sábado, 15 de mayo de 2021

Disfrutar la vida. 05/15/21

 Ayer vi un video breve, navegando por Internet. Se trataba de un corte de un video en el que el filósofo Jesus G. Maestro asevera que no hay una inteligencia activa que no sepa disfrutar de la vida. Me resultó interesante y estoy básicamente de acuerdo. Entendámonos: No comparto la reverencia irreflexiva acerca de la inteligencia, como una característica abstracta de una personalidad esencialmente superior. Sí deploro la estupidez dañina, aquella que en base a ideales etéreos sacrifica lo concreto en el altar de lo imaginado, lo que otros llamarían la fatal arrogancia. Todos somos un poco tontos cuando nos creemos más listos y todos somos potenciales criminales cuando nos permitimos jugar con lo que otros han de hacer y ser para llegar al futuro. 

Pero me desvío, o quizá no tanto. Contra esa arrogancia, contra la persistencia de un imbatible olvido sobre el que hoy tratamos de edificar el mundo, como aquel que quiso edificar su casa en la arena, hay una perspicacia activa, necesaria y libre: la alegría. Y, desgracias inevitables aparte, que se llaman vida, hay una forma que creo más inteligente de pasar por esta tierra: disfrutándolo, mientras se pueda. El gozo es el don de comprender el lugar y el momento vividos mientras se manifiestan, sin diluirlos en lo que ocurrió o pasará. La alegría vence al miedo que nos quiere romper.

No es fácil encontrar el verano de nuestro contento; como la verdadera vida, la esperanza cierta, parecen siempre ausentes, que han dejado su aroma que ya se va perdiendo antes de desaparecer, como si dijéramos. Se nos ofrecen cada vez más experiencias. Uno diría que son de ínfimo valor, que cada vez de-precian más lo que se podría apreciar. Ese torbellino ciego ofrece la vida padre como un ideal, siempre activo, siempre potente, siempre insatisfecho. Darse la buena vida no parece equivaler a darse a uno mismo una vida buena. Es un tema tan complejo que uno no puede resumirlo, ni falta que hace; otros lo han dicho mucho mejor. Conjeturo, empero, dos posibles rastros: es necesario escarbar más hondo en las sutilezas del lenguaje, en donde nace nuestra realidad, en donde la creamos, y la vida es más que lo que nos sucede. Entre esas dos aristas, defiendo que una inteligencia despierta puede aprender a disfrutar de lo que la vida obsequia y apagar el lamento y la decadencia, sabiendo también que a veces no es posible. Saber nombrar lo que nos pasa y que nos atraviesa el corazón, porque podemos sentirlo.

Llueve y la ciudad parece desierta, ocupada por gaviotas y gatos. El cielo es gris y las ventanas reflejan una luz cansada. No hay nada hoy que no haya pasado antes. Y sin embargo, siempre hay algo distinto que saber ver y aprender, para nosotros y que se pierda pero quizá vuelva en otros momentos. Una sonrisa, un silencio, el aleteo del tiempo contra una brisa de sentido, la resistencia ante la degradación y el caos que hiere, el coraje, la amistad, el cielo. No te conformes con menos de eso o con esperanzas vacuas y experiencias de saldo. Conquista el momento. Disfruta la vida.




No hay comentarios:

Publicar un comentario