Criptomonedas. Tecnología genética, espacial. Big data. Nuevas formas de participación social y política. Revisionismos. Tomas de posición en el tema del día. Opiniones, opiniones, opiniones. Todo lo que gira en el mundo un día aparece girando aún más en un ruido de fondo agitado, un zumbido de ansiedad propio de los que deben estar siempre alerta para llegar primeros. Es el ruido sinuoso propio de las sociedades que se basan en un permanente olvido, conjeturo: Cuando no hay cimientos poderosos, todo se construye sobre ruinas en un proceso de reciclaje constante y se trata de una carrera universal en la que todos saben que el ganador se lo lleva todo, que quien llega primero vindica todo el botín y a los demás les queda abrazar el aire y esperar la próxima oportunidad hasta el siguiente olvido.
Puede ser que yo también sienta un vacío y el tiempo me gaste con su implacable constancia. Hay un proceso paulatino por el que uno se va separando de lo que percibe como ubicuo y trata de mirar más lejos hacia lo que importa. Quizá sea un engaño, pero es cálido y dulce, la búsqueda de un Edén al que volver o a un futuro que dé una respuesta. También influye cada vez en la que uno no llegó a tiempo; duele menos volver a ese pasado y recrearlo en una felicidad que no existió que rehacer los planes hacia la tormenta que espera y tras la cual no sabemos nada. Cada adversidad es una oportunidad, dicen. Bien pudiera ser. Me parece que la angustia de ser primeros y desear resolver todos los asuntos de una forma sencilla y para siempre nos está doliendo. O me duele. Preocuparme que pensarán de mí, que será mañana, si mi tristeza que odio dejará de ladrar, si cesarán las preocupaciones que no sé evitar, si el dolor dormirá algún día.
Hay una brisa fresca que acaricia la desembocadura del río. Una masa de gente sale sonriente de un concierto y me alegro por ellos con cierta envidia sana. Las luces de los coches en filas lentas se mezcla con las de los edificios del fondo recortado en nubes oscuras. A pesar de todo, siempre hay momentos para descansar de uno mismo sin la presión de tener que ganar, que llegar primero, que demostrar algo. Acaso la respuesta esté en la misma noche, que esconde lo que habita. Cerrar los ojos y aceptar lo que venga para hacerle frente con las armas que sepamos empuñar. Sentir la vida fluyendo ahora, porque no hay más que ahora y en un baile de armonía, dejarlo estar y aliviarlo todo con el desprecio del ser hasta que la conciencia se diluya a su propio ritmo y después caminar hacia la estrella que nos llama, libres ya de recuerdo, ilusión y de la servidumbre de tener que ser los vencedores que se lo llevan todo, los que arrasan con todo.
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