En un día del hombre están los días, escribió Borges a propósito de James Joyce. Ha sido Bloomsday esta semana y la ciudad se llenó de vestidos de época, declamaciones y sombreros de paja. No es una novela que me llame la atención excesivamente; creo que la lectura tiene su reino en el ámbito alegre de lo lúdico y nunca en el lúgubre de lo esotérico. La confusión entre lectura y estudio es funesta, me parece. Confundimos lo esforzado con lo meritorio: en realidad, lo sencillo suele ser la marca de la maestría. Pero pudiera ser cierto que tras leer el Ulises, ni el arte ni la vida se vean de igual manera, como he leído en alguna parte. Un mérito del Bloomsday es despertar la curiosidad sobre la obra que homenajean. No se me ocurre un elogio mayor.
El día anterior fui a un concierto y me sumé a su hechizo. No tiene nada que ver con la altura del alma, sino con la necesidad de olvido. Todos formamos mayorías y minorías en las afinidades electivas que hemos decidido y al fin, nada permanece más que la alegría que despierta estar allá donde somos lo que queremos ser.
Porque es importante encontrar un lugar. Golden State Warriors son campeones de la NBA. Mucho ha tenido que ver Andrew Wiggins, un jugador que primero iba para estrella y luego para sospechoso recurrente. Ha explotado en el lugar que el destino eligió para él. Lo que le aguarda el futuro es incierto como a todos. Si ésta será su cima o un comienzo, se verá. Depende de su esfuerzo y pasión en parte, sí...pero también de aguardar comprensión y un sentido del azar, apretar los dientes y desear que todo acabe encajando. El final siempre está cerca, y no depende de tu caridad ni de tu resistencia. Los interminables monólogos de Bloom, las pegadizas melodías de canciones populares de éxito, la agonía del deporte y el espejo de todo en vidas proteicas y que guardan su misterio íntimo por siempre. Sí, sin duda, en un día tuyo, lectora, están todos los días. Sí, querido lector, la mística vital abraza cuando lo desea, pero cada momento es único y en un momento presente interminable lo vivimos todo.
Entre el alba y la noche está la Historia Universal. La noche va retornando a su abismo y los ruidos cesan. El ocaso acoge a las criaturas que la aurora insuflará de vida mañana. Veo una foto de una escultura que me recuerda a mí, un emigrante hueco con una maleta, que ha gastado los días y al que los días han gastado, traspasado por una nube de oro que se apagará pronto y que quiere escapar, pero no sabe ni puede.
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