Una de las servidumbres obscenas de este tiempo es, en mi opinión, la espiral opinativa que ahoga el conocimiento robusto y el desprecio de éste que resulta de subyugar la utilidad a la moda. Resulta enervante y preocupa que la complejidad se reduzca a anécdotas, citas, interpretaciones dislocadas, consignas gastadas pero siempre efectivas. La ausencia de un método que los integre equivale a ignorar que saber que tornillo girar es miles de veces más relevante que girarlo. La ignorancia de cualquier técnica nos hace capaces de hacer casi cualquier cosa sin entender por qué la llevamos a cabo. Es difícil concebir deshumanización más grande.
Es importante saber tratar los datos y distinguir lo importante de lo accesorio. La dificultad de comprenderlo está produciendo que el acceso inmediato a la información desarrolle analfabetos funcionales. No se trata de memorizar, sino de aprender el método que permite comprenderlos y relacionarlos. Lo demás es una cascada de datos que desemboca en una inundación de interpretaciones dislocadas. El aprendizaje de la técnica rebasa la acumulación de datos. Es necesaria por útil y recoge la forma profunda de mirar que organiza la complejidad en referencias compartidas y reconocibles. Por eso el historiador discute con los datos y los que no lo somos nos agarramos a anécdotas tantas veces. Por eso el experto, el técnico, sabe que el conocimiento que fluye debajo de lo que desarrolla es su utilidad más allá de su expresión concreta. Los clichés los podemos usar todos.
La confusión entre el dato y lo que explica y enriquece el dato es la tragedia que da a la opinión primacía sobre lo opinado y priva al experto de su autoridad de mérito, disuelta en un magma de consignas excéntricas. Tiempos extraños, en suma, en los que la mayoría de los individuos desprecia lo que les cuida y anhelan lo que les daña; porque importa más la percepción propia que la comprensión de cualquier asunto. Porque cualquier asunto se pretende comprender con un brochazo grosero. Porque aspiramos a saber lo que sabe nuestro móvil sin desarrollar la disciplina para saber unas pocas cosas, pero de manera honda, sustancial, abiertos a la maravilla de la complejidad. Historia, Sociedad, Ciencia, Humanismo. La mayoría ha decidido que es una línea definida que une la moral y la fuerza. Todos lo pagaremos, mañana, y acaso con justicia.
La noche cae. Hoy acaso quemen más cosas, autómatas dirigidos por la ignorancia culpable y el resentimiento inducido. Afuera el río lame las heridas y las aves circundan la cúpula de un cielo lejano, mientras sus estrellas aparecen pálidas, mudas testigos de nuestra confusión, centinelas amables y puras de un reino al que no llegaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario