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viernes, 17 de noviembre de 2023

Yo renuncio. 17.11.23.

Esto es simplemente impresionante. Cada vez más se ven encuestas en las que la gente, para poner su granito de arena, está dispuesta a renunciar a lo que no desea. Ante la Gran Catástrofe que se avecina, la generosidad se impone. Solo es necesario que otros no hagan lo que yo no deseaba que hicieran. Ya que estamos, pues habrá que aprovechar. Esta gente de hoy, memorable, concienciada, ejemplar, está dispuesta a que tengas que renunciar a la fuerza a cualquier cosa que se les ocurra, porque el planeta, la justicia, el mar lo piden. La tierra pertenece al viento. El universo no merece la lágrima de un niño. La felicidá ah ah ah aaah es lo que sentirás cuando nos hagas caso y renuncies a tus impulsos sesgados. Ellos saben mejor que tú lo que te conviene.

Como la hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud un tiempo de virtud declarada apenas conmensurable exige una hipocresía abrumadora, completamente perceptible y manifiesta. Ah, pero la regla del juego es ir hacia adelante como si no existiera y fuera una expresión conmovedora de las almas bellas de este mundo. El autoritarismo moral y político que facilita este mapa de los deseos y que se consolida gracias a su ejercicio es obvio. En fin, es el de siempre, apenas modificado. Quienes toman decisiones en base a un bien difuso no arrostran ninguna consecuencia de sus actos. Y la receta para el desastre más rápido es despojar de la dignidad de la responsabilidad a personas y grupos. 

Nada de eso importa mucho: renunciemos a usar la primera persona del plural para usar la deseada, implícita segunda. No hay huevos. Debemos, debéis renunciar a lo que nos ha sido manifestado. Como en cualquier religión, lo peor de un Dios es quienes hablan en su nombre. En fin. Es la hostia. La noche cae, la lluvia arrecia, las luces son agresivas contra la noche y un ruido de tormenta adorna las nubes anaranjadas del ocaso. Renuncio a mi mansión de alta montaña en primera línea de playa con puerto interestelar y Scarlett Johansson (lo siento, querida) de esposa, con un salón para los videojuegos y una réplica a escala real de la Biblioteca de Alejandría. No es fácil, pero habrá que arrimar el hombro. Ya se sabe, la Ley es igual para todos menos para quienes las promulgan y es justo para el vulgo hablarle en necio para darle gusto. A partir de manana, me sacrifico. Por hoy, id empezando vosotros. Si eso.




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