Vivimos en sociedades pensadas para el consumo de basura que se reciclará y volverá a nosotros con un envoltorio de nuevo brillante, no creo inventar o exagerar nada. Tu ropa, mi trabajo, nuestro coche, los gobiernos. Un cambio perpetuo de formas, olores y registros de marca para lo que sirvió ayer para distraernos o ayudarnos y cayó para que necesitaramos otro, o más, o actualizado. Y esa mecánica de reutilización es la que descubre para que fue concebida. Para que se nos ha criado, para embarcarnos en una travesía continua y extenuante que reportará beneficios al más maleable y escombro a quien ofrezca lo que se le exigió ayer y hoy ya no vale.
Nunca fue tan hermosa la basura, por otro lado. José Luis Pardo afirma que nos hemos vuelto entusiastas de " los hoteles-basura, con los restaurantes-basura, con los camareros-basura, los platos-basura, los cocineros-basura y las mesas-basura, con los empleos-basura, las empresas-basura, las tiendas-basura, los muebles-basura, las casas-basura, las familias-basura, los matrimonios-basura, los programas-basura, los libros-basura, los discos-basura, los cuadros-basura, las enfermedades-basura, los medicamentos-basura, las universidades-basura, las carreras-basura, los profesores-basura, los estados-basura, los políticos-basura y los ciudadanos-basura". Porque nos aburrimos pronto, supongo,
Nadie sufre de ello más que la ciudad, su plaza pública y sus ciudadanos.Sometidos a las presiones de un cambio a una velocidad literalmente inhumana, pasan por ella para adquirir nuevas herramientas para entregar al futuro, mientras les queden fuerzas. Un gobierno sin ideología grava tu actividad y entregará su cuenta de resultados a nuevos gestores algún día. Un empleador pone a tu disposición los conocimientos que deberás aprender cuanto antes para ser más eficiente. Una masa ansiosa de la que eres parte busca la nueva aplicación que le permita someter su inquietud a unas reglas de diversiones tan homogéneas como sea posible. Unos nuevos censores promulgan sus nuevas leyes de nuevos tótems y tabúes. Nuevos salvadores, nuevas amenazas, nuevas costumbres. Un nuevo mundo tan feliz.
Dundalk es una paloma sosegada picoteando las migas del progreso, olvidada y fría. Yo he limpiado mi casa, y ordenado mi vida un poco, tratando de conservar lo que quiero antes de que el óxido aparezca.
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martes, 29 de noviembre de 2016
lunes, 28 de noviembre de 2016
Antes del fin
Más Europa y menos España. Leer los periódicos se convierte cada día en una experiencia a medio camino entre la mugre y la psicodelia. O quizá ya no admitimos la creatividad en su justa medida; partiendo de hechos visibles y verificables, la mayoría se lanzan a matizar la realidad tal y como les gustaría que fuera en vez de como es, fenomenologías aparte.
No creo que haya habido dos víctimas más recurrentes de esta manipulación colectiva que la inmigración y la idea de Europa.. Todas han reforzado y aún lo hacen la idea de a tribu primordial, un bosque originario cuyos manes nos protegen de la incertidumbre y la enajenación que traen los otros, los otros que nos gobiernan, los otros que vienen a donde ya vivíamos, los otros que nos imponen, los otros que nos atacan, los otros que no pueden ser como nosotros. Estamos bajando por ese delirio a lomos de, en palabras de Antonio Escohotado, " la mediocridad (que trae la prosperidad), la cobardía, el olvido de la abnegación y de la nobleza, sustituidas por esta especie de baba de lo políticamente correcto". Discrepo de casi todo en esa entrevista, pero se agradece discrepar humildemente desde una guarida sin importancia a un razonamiento y no una consigna o un tweet.
No creo que haya habido dos víctimas más recurrentes de esta manipulación colectiva que la inmigración y la idea de Europa.. Todas han reforzado y aún lo hacen la idea de a tribu primordial, un bosque originario cuyos manes nos protegen de la incertidumbre y la enajenación que traen los otros, los otros que nos gobiernan, los otros que vienen a donde ya vivíamos, los otros que nos imponen, los otros que nos atacan, los otros que no pueden ser como nosotros. Estamos bajando por ese delirio a lomos de, en palabras de Antonio Escohotado, " la mediocridad (que trae la prosperidad), la cobardía, el olvido de la abnegación y de la nobleza, sustituidas por esta especie de baba de lo políticamente correcto". Discrepo de casi todo en esa entrevista, pero se agradece discrepar humildemente desde una guarida sin importancia a un razonamiento y no una consigna o un tweet.
No creo que aún las luces se hayan apagado en Europa y no volvamos a verlas encendidas. No aún. Pero estamos volviendo a niveles propios de épocas pasadas, con el nacionalismo y su miedo innato al futuro y sus soluciones aberrantes y atractivas para quienes aspiran a méritos colectivos al ser conscientes de su falta individual. Quizá la única guerra que merezca la pena librar antes del fin es la del individuo contra la masa, la libertad institucional negativa contra la libertad ególatra masificada y la de la paz de padecer injusticia contra el temblor de saberlas cometidas en nombre de uno.
Europa ha gestado los peores traumas de la humanidad y ha impulsado alguno de sus mejores avances. Ha aprendido a tejer una trama tenue de colaboración después de yacer exangüe por sus propios crímenes. Hoy mientras demagogos seducen con las mismas recetas que los fabricaron, es hora de pensar que las luces en cada casa europea se encienden y se apagan intermitentemente, y si no las arreglamos nosotros, quizá no volvamos a tener a mano un electricista en el tiempo que nos quede de vida. Y sufriremos abandono. Antes del fin, cuando cada tribu se enorgullezca de lo bueno que hicieron otros ajenos a ella, radicalmente solos y que solo comparten la desdicha de la geografía, recordaremos el espacio vital que ayudamos a quebrar por nuestra desidia y mediocridad.
Dundalk es un lunes tranquilo por la mañana donde las campanadas alcanzan lánguidas los campos verdes y las calles las ignoran, dormidas.
viernes, 25 de noviembre de 2016
"El gigante enterrado". 25 Nov. 2016
Algunos de vosotros tendréis preciosos monumentos por los que los vivos podrán recordar la maldad que padecisteis. Algunos de vosotros tendréis solo austeras cruces de madera o piedras pintadas, mientras que otros deberéis seguir ocultos entre las sombras de la historia,
Este viernes frío, acabo esta magnífica novela
Me gusta mucho Kazuo Ishiguro. Me fascina “Los restos del dia” y disfruto con su literatura maliciosa que impide confiar en lo que sus narradores nos cuentan. Y he disfrutado sobremanera con sus últimos juegos; presentar un escenario irreal para hablar de las atroces (y atroz se ajusta a sus novelas tanto como delicadeza) realidades confuses de nuestro presente, la incapacidad de rebelión y el sumiso abandono de lo que nos parece inevitable en “Nunca me abandones” y la resistencia a mirar lo obvio, fantaseando torpemente e implorando que el olvido nos cubra con su armonía aparente en su último libro, sobre la edad media en la que nos agitamos.
Pues sí: vivimos en un medievo atemorizado con mass media en vez de dragones y trasgos, sueños imposibles en lugar de espadones en manos de guerreros ansiosos de sangre, ilusiones que alimentan y frustran los otros, un amor oxidado, y una textura de la realidad maleada en una trama de creencias absurdas a las que nos aferramos para no perder un sentido ausente. Bueno, al menos estamos más cómodos y tenemos anestesia para las muelas y la angustia. Sentimos la experiencia de los ancianos pisoteada por el furor orgulloso del adulto y el temblor juvenil por el romanticismo de la derrota, el esfuerzo retribuido por el silencio oscuro, la probidad carcomida por la mueca. Tenemos, no obstante, más libertad sexual, más estupidez que nos entretiene y más crédito para no sentir el desamparo de la calderilla del espíritu que sobrellevamos como un fardo amargo. Los antiguos misterios advertían que tras el óbolo al barquero, los viajantes hacia la otra orilla debían refrenar su sed y no beber de las aguas del Leteo, u olvidarían todo; hoy las barcazas se arremolinan en una deriva, no hay orilla a la vista y la sed quema mientras nada nos llama. Se diría que deambulamos bajo la tormenta como si fuera el odio, como algunos personajes de novelas que quizá se parecen a ésta.
Ishiguro cambia paisajes y harapos para hablarnos desde la modernidad siempre aparente, decirnos que somos materia de olvido, devenir sobre la bruma que todo lo arrasa y que aún cuando nos entreguemos a ella empavorecidos por las púas de la realidad, ella subyace como un dolor (y ¿por que no nos rebelamos, por que nos abandonamos, por que enterramos gigantes que hieden?) y que quien quiera visitar ese reino ignoto será quizá más lúcido, improbablemente más feliz, puede ser que más vivo, y ya nunca más volverá para contarlo.
Un libro estupendo,
Dundalk se acoge a la rutina de sus calles hambrientas para ocultar sus escombros, y las aves también se preguntan por qué están presas de las cadenas de su cielo grisáceo, ¿por qué no nos rebelamos?
martes, 22 de noviembre de 2016
22/11/2016
Las luces declinan y los seres mágicos, benignos o maléficos, siguen apareciendo cundo la tarde languidece. Ya no les queda el caos propicio de los bosques ni la bruma desconocida del alta mar. Han venido para quedarse en la ansiedad, la duda, el tedio. Ni ya hay druidas conjurando su clemencia o apoyo. Hoy tratamos de ignorarlos, envueltos en el confort que excluye la salvación que ofrece el peligro.
Y hay remolinos de voces, y ebriedad de mentiras, y trampas que atrapan a quienes los dioses quieren confundir para que crean en todo, perdida la fe de sus mayores. En esos altares ofrezco las palabras fútiles que no serán pronunciadas y menos aún oídas, mientras los seres mágicos siguen poblando nuestro mundo convencido de su razón y orgullosamente raudo hacia el abismo.
Dundalk camina tieso de hombros como un gato hambriento entre callejones de cañerías sucias que gotean pausadas
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Y hay remolinos de voces, y ebriedad de mentiras, y trampas que atrapan a quienes los dioses quieren confundir para que crean en todo, perdida la fe de sus mayores. En esos altares ofrezco las palabras fútiles que no serán pronunciadas y menos aún oídas, mientras los seres mágicos siguen poblando nuestro mundo convencido de su razón y orgullosamente raudo hacia el abismo.
Dundalk camina tieso de hombros como un gato hambriento entre callejones de cañerías sucias que gotean pausadas
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Entre el 21 y el 22 de noviembre de 2016. La resistencia.
Leo una entrevista antes de dormir, acerca de un libro que quiero leer. Me resultan sugestivas algunas ideas:
P. “Evitemos buscar siempre lo extraordinario, admirémonos de lo simple y llano y aprendamos a apreciarlo porque desde cierto punto de vista es lo más sublime de todo”. ¿Es una crítica al romanticismo, que valora lo heroico, lo extremo, lo insólito?
R. Sí que hay un contraste con ciertos planteamientos románticos. Pero mi referente más cercano sería el del existencialismo o el de algunas divulgaciones del existencialismo, en las cuales se ha puesto demasiado énfasis en la idea de proyecto y por lo tanto de la realización personal y de éxito. Se insiste en que la vida es proyecto y, por tanto, se busca una realización, una expansión, una cierta aventura, lo nuevo, lo especial, lo singular. Y, desde luego, el éxito, conseguir lo que uno se propone. Frente a ello me parece muy necesario reivindicar la profundidad del gesto cotidiano. Hay cosas que no por repetirse son banales. En lo cotidiano hay mucha sedimentación, hay una riqueza que no puede menospreciarse…
P. “Evitemos buscar siempre lo extraordinario, admirémonos de lo simple y llano y aprendamos a apreciarlo porque desde cierto punto de vista es lo más sublime de todo”. ¿Es una crítica al romanticismo, que valora lo heroico, lo extremo, lo insólito?
R. Sí que hay un contraste con ciertos planteamientos románticos. Pero mi referente más cercano sería el del existencialismo o el de algunas divulgaciones del existencialismo, en las cuales se ha puesto demasiado énfasis en la idea de proyecto y por lo tanto de la realización personal y de éxito. Se insiste en que la vida es proyecto y, por tanto, se busca una realización, una expansión, una cierta aventura, lo nuevo, lo especial, lo singular. Y, desde luego, el éxito, conseguir lo que uno se propone. Frente a ello me parece muy necesario reivindicar la profundidad del gesto cotidiano. Hay cosas que no por repetirse son banales. En lo cotidiano hay mucha sedimentación, hay una riqueza que no puede menospreciarse…
Crecemos para los demás en lugar de para nosotros y lo que alimenta a menudo es desechado a cambio de lo que luce. En mi caso, recuerdo los veranos, el sol, el agua fresca de la acequia, la bici, un balón, la luna, despertar con el día para ir al pequeño huerto y el olor de pan recién horneado como una experiencia tan grata que nunca me recuperaré de ella, porque en es envoltorio llano había una ida de comunidad, alimento y gracia que he perdido persiguiendo lo que nunca será alcanzado. Y admito en un desprecio seco de mí que es tarde ya para regresar. Aunque sigo tratando de destilar, entre mi abandono, el pan, el aceite y la sal, para mirar más lejos.
Dundalk duerme un sueño gris y el viento arrulla sus promesas sobre las aceras cansadas.
domingo, 13 de noviembre de 2016
Eldorado y un don nadie (yo). 13 de noviembre
"Bien se parece, Sancho, que eres villano y de aquellos que dicen: ¡Viva quien vence!".
Una foto reveladora. Dos personas muestran su alegría y se esfuerzan en que nosotros la percibamos. Un fondo brillante tras ellos se abre como un signo de estatus. Y por encima de estas consideraciones, un aroma de falsedad evidente impregna la sonrisa de Farage y las puertas del paraíso de bisutería que los envuelven.
Walter Benjamin enseñó que las crisis conllevan una pobreza de experiencia; no hay nadie a quien consultar acerca de los nuevos imprevistos. Suena a excusa forzada hoy, entre otros lo tenemos a él para pensar y tratar de aprender. Pero seguimos devaluando nuestro pasado a cambio de una calderilla ínfima, "lo actual". Somos una masa de consumidores de democracia que respondemos a incentivos simples que tratan de demostrarnos que una marca es mejor que la otra para gestionar un espacio público cada vez más devaluado, peor gestionado y socavado por la falta de un compromiso cívico previo. Que un sistema ofrezca libertad no cancela las fallas de la naturaleza humana y la educación,único remedio conocido, es despreciada cada día, en busca de un oro falso que nos permita mostrar al mundo una sonrisa histriónica que ignora los matices de los otros en nombre de una autosatisfacción simple. Han ganado, sin duda, enhorabuena por ello. La democracia sigue siendo el sistema perfecto para asegurar que ningún pueblo tiene un mejor gobierno del que merece.
Y yo, del que nadie dará noticia, hilo ideas ajenas y frases esforzadas que no les importarán nada, como es lógico. Sim embargo, el estado del malestar un día llevará las olas donde hoy los castillos se yerguen, y ojalá me equivoque, como suelo. Dundalk da su espalda cubierta de nubes a una luna que nunca podrá iluminar ya tanto como las lucernas artificiales pero ofrece sin premio su verdad desnuda.
sábado, 12 de noviembre de 2016
Once del once del dieciséis.
Noviembre es el estado mental que hizo echarse a Ismael a la mar y es un rumor de lluvia y una quietud que emblanquece los prados. Los pasos se amortiguan formando una estela engañosa de tiempo lento: vuela, cual suele. Las chimeneas bostezan y las tabernas se agitan, en un rincón donde cansado de mí mismo, mastico el silencio.
Leo un artículo . Me resulta banal, forzando analogías y aplicando el fuelle sobre una realidad aún sobria para, engrandeciéndola, estampar una apostilla épica a una prosa que no puede mantenerse atronadora sobre las bases del aburrimiento político, tan deseable. Oh, articulista, mi semejante, mi hermano. Quizá me despreciaras si leyeras un blog comparándose con tu columna del alba. Y es posible que tengas razón. Su autor está agotado y aunque imagina a Moby Dick tras las tormentas del futuro, aún se ve en el puerto, pensando si unirse a la tripulación.
Y sin embargo, un fragmento me remueve:
Tenía que ser un rabino, el agudo Jonathan Sacks, quien esclareciera la entraña religiosa del fenómeno populista. Dice Sacks que el individuo occidental ha externalizado su conciencia. Ha transferido todas sus competencias al Estado y al mercado. Y durante medio siglo el demoliberalismo cumplió el contrato. Pero también generó una expectativa de prosperidad constante que la globalización y la digitalización han quebrado. Para entonces, el individuo se encuentra tan infantilizado que ya no sabe gobernarse a sí mismo, ni corresponsabilizarse de ningún fracaso. Antes al contrario: se vuelca en la cultura de la queja, cuya última estación es la patada al sistema y el aplauso pavloviano al último oportunista televisivo. Su reacción no es cerebral sino visceral, abonada por la nostalgia de una triple pérdida: de poder adquisitivo, pero también de poder identitario en una sociedad plural y de poder lingüístico bajo la asfixia de la corrección política. Nuestro individuo está acostumbrado a esperar de la política lo que sólo la magia puede dar...
Yo también siento una revolución cultural en marcha, la respuesta colectiva a incentivos simples por parte de una ciudadanía que intuye que vale cada vez menos y pronto será nada. Educados en el estímulo constante del ego, reaccionan con rabia ante promesas veladas que imaginaron, que imaginamos. Y es entonces cuando cualquier discurso vacuo que nos prometa la nostalgia imaginada de un futuro apacible ahonda en nosotros una fe unamuniana, de querer lo que creemos, querer lo que no podemos aspirar creer, creer lo imposible, crear lo que no existirá. Sin una actitud previa, como la ideal invocada por Pericles, no existe democracia. Solo dictadura de la estadística.
El Pequod aguarda en la ría de Dundalk hacia la bestia invencible, mientras noviembre seca las calles y recuerda sardónico que nada habrá que nos calme del ansia de su encuentro.
miércoles, 9 de noviembre de 2016
9 de noviembre
Me he levantado pronto, y he consultado mi teléfono para saber quien había ganado las elecciones. Sorprendido, he ido a trabajar a una oficina confortable. He recibido memes de Trump, y he reenviado algunos. He escuchado la radio, algunos podcasts, mientras trabajaba casos. He vuelto a casa y he visto la tele, leído un poco, navegado por internet. Ahora escribo esto.
En todo el día, apenas he sido consciente de mi suerte. Y ahora pienso en aquellos que sienten que no sirven, los olvidados, los que han perdido un trabajo, aquellos a quienes les han envenenado las mentes junto con el futuro. Y quizá, he comprendido. Puede que sea así, porque junto con ello, he comprendido que no servirá de nada. Otro se sentará en mi mesa, hará mi trabajo, pagará mis impuestos. Otros sentirán rabia y yo podría comprenderla, o rechazar las promesas de utopías absurdas.Sentiré que no cuentan conmigo, como lo siento esta noche solitaria. El mundo gira deprisa al son de melodías antiguas tocadas a un ritmo desconocido, y Dundalk se encoge de frío y lanza sus cuervos a vigilar las sombras.
En todo el día, apenas he sido consciente de mi suerte. Y ahora pienso en aquellos que sienten que no sirven, los olvidados, los que han perdido un trabajo, aquellos a quienes les han envenenado las mentes junto con el futuro. Y quizá, he comprendido. Puede que sea así, porque junto con ello, he comprendido que no servirá de nada. Otro se sentará en mi mesa, hará mi trabajo, pagará mis impuestos. Otros sentirán rabia y yo podría comprenderla, o rechazar las promesas de utopías absurdas.Sentiré que no cuentan conmigo, como lo siento esta noche solitaria. El mundo gira deprisa al son de melodías antiguas tocadas a un ritmo desconocido, y Dundalk se encoge de frío y lanza sus cuervos a vigilar las sombras.
martes, 8 de noviembre de 2016
El día de la elección. November the 8th, 2016.
Isaac Asimov imaginó en una de sus historias que la elección podría dejarse en manos de un votante, un espécimen completamente representativo de la sociedad. Gloria a él. Hoy no existe el individuo, solo las comunidades, encastilladas en mínimos comunes denominadores de miedo y rabia.
Los pueblos no son mejores que sus gobernantes. Supongo que lo único que queda es procurar mantener a raya los fantasmas de la condición humana y hacer del mundo en que vivimos, una calle, una plaza...un lugar más decente y alegre. Y no exigir del poder más que un andamiaje que garantice una posibilidad de vida, sin sucedáneos ni autoengaños. Multivac no te ha elegido a ti para que hoy elijas entre los candidatos a la presidencia del poder hegemónico. Pero solo tu puedes salvar a la humanidad.
En Dundalk, un viento de nieve esparce noche y rumores de futuro.
Los pueblos no son mejores que sus gobernantes. Supongo que lo único que queda es procurar mantener a raya los fantasmas de la condición humana y hacer del mundo en que vivimos, una calle, una plaza...un lugar más decente y alegre. Y no exigir del poder más que un andamiaje que garantice una posibilidad de vida, sin sucedáneos ni autoengaños. Multivac no te ha elegido a ti para que hoy elijas entre los candidatos a la presidencia del poder hegemónico. Pero solo tu puedes salvar a la humanidad.
En Dundalk, un viento de nieve esparce noche y rumores de futuro.
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