"Bien se parece, Sancho, que eres villano y de aquellos que dicen: ¡Viva quien vence!".
Una foto reveladora. Dos personas muestran su alegría y se esfuerzan en que nosotros la percibamos. Un fondo brillante tras ellos se abre como un signo de estatus. Y por encima de estas consideraciones, un aroma de falsedad evidente impregna la sonrisa de Farage y las puertas del paraíso de bisutería que los envuelven.
Walter Benjamin enseñó que las crisis conllevan una pobreza de experiencia; no hay nadie a quien consultar acerca de los nuevos imprevistos. Suena a excusa forzada hoy, entre otros lo tenemos a él para pensar y tratar de aprender. Pero seguimos devaluando nuestro pasado a cambio de una calderilla ínfima, "lo actual". Somos una masa de consumidores de democracia que respondemos a incentivos simples que tratan de demostrarnos que una marca es mejor que la otra para gestionar un espacio público cada vez más devaluado, peor gestionado y socavado por la falta de un compromiso cívico previo. Que un sistema ofrezca libertad no cancela las fallas de la naturaleza humana y la educación,único remedio conocido, es despreciada cada día, en busca de un oro falso que nos permita mostrar al mundo una sonrisa histriónica que ignora los matices de los otros en nombre de una autosatisfacción simple. Han ganado, sin duda, enhorabuena por ello. La democracia sigue siendo el sistema perfecto para asegurar que ningún pueblo tiene un mejor gobierno del que merece.
Y yo, del que nadie dará noticia, hilo ideas ajenas y frases esforzadas que no les importarán nada, como es lógico. Sim embargo, el estado del malestar un día llevará las olas donde hoy los castillos se yerguen, y ojalá me equivoque, como suelo. Dundalk da su espalda cubierta de nubes a una luna que nunca podrá iluminar ya tanto como las lucernas artificiales pero ofrece sin premio su verdad desnuda.
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