Trato de mantener la cortesía siempre. Nunca sé que otras circunstancias estarán pasando otros y dado que me siento incapaz de comprender que su existencia tiene la misma textura de la mía, me esfuerzo en comprender.
No siempre es fácil. Cuando me asomo a lo que hago, otros pueden pensar y las intenciones, solo veo una pelea sorda en una manada que se mantiene unida por el miedo a lo que se mueve en la maleza, afuera. Un contexto cultural, ampliamente diluido y envenenado que combina la protección cultural de la masa que invoca una diversidad homogénea con la llamada a la satisfacción primordial de la personalidad y sus cadenas. La vida es una broma cruel que alguien me ha gastado, escribió Tolstoi en la cima de su éxito. Usualmente se considera una boutade. Yo, sintiendo tantas veces algo parecido, no puedo hacerlo, salvando las distancias de fama y talento.
Aún quedan cosas buenas, amistad, tiempo compartido y charla cuando los escudos de la pretensión deben caer. El cazador de cerebros, un programa estupendo que nos muestra las cortinas del futuro y su luz esquiva. En su última edición, afirma que nadie tendrá un trabajo para toda la vida. Suena realista y quizá pueda parecer promisorio; un futuro pleno de oportunidades y movilidad. Yo tiendo a verlo como la confirmación de la radical superfluidad en que nos balanceamos. Todo es sustituible y poco habrá que quede de nuestro recuerdo. Nunca fue tan hermosa la basura, siempre presta a un reciclaje tras el que brillará luminosa, antes de perderse de nuevo. No creo que sea mejor así, pero quizá ya es hora de vivir con ello y retirar la guardia.
Dundalk recibe las visitas de viajantes que se desvanecen tras sus puertas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario